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El próximo día 6 de noviembre, se cumplirán 40 años del proceso de descolonización del Sahara Español, que tendría como punto álgido la llamada “Marcha Verde”, masivo movimiento de civiles organizado por Marruecos en apoyo de sus reivindicaciones sobre aquel territorio y que culminaría con el repliegue del Ejército español dos meses después.

Para entender el papel jugado por cada uno de los actores que intervinieron en el proceso de descolonización del Sahara Español, habría que remontarse a mediados del siglo pasado. Durante la 2ª Guerra Mundial, el Marruecos Francés, bajo el Régimen de Vichi adquirió un gran protagonismo por el desembarco aliado en 1942 y la posterior Conferencia de Casablanca, celebrada un año después. Desde entonces Estados Unidos va a mantener unos lazos muy estrechos con Marruecos como firme aliado en el Magreb, especialmente tras la independencia de Argelia que pronto se decantó por el bloque socialista.
La idea imperante en el Marruecos en la época de su independencia era la del “Gran Marruecos” que, inspirada en el Imperio Almohade del siglo XII,

Por su parte, Argelia, uno de los exponentes del denominado “Socialismo Arabe” apoyaba al pueblo saharaui en sus deseos de independencia, constituyéndose en santuario de sus elementos armados y más tarde refugio de la población exilada. Todo ello siguiendo su discurso anticolonialista, pero con el decidido propósito estratégico de disponer de una salida al Atlántico bien per se o a través de un socio próximo.
Mauritania, consciente de su potencial e intereses y sin unos objetivos claros más allá del control total de la Península del Galgo (La Güera) jugó el papel de “pescar en río revuelto” merced a ciertos lazos de parentesco con las tribus que habitaban el sur del Sahara.
Las Naciones Unidas, una joven organización sustentada en el desequilibrio de naciones independientes o emergentes frente a una minoría de potencias colonizadoras pero con un gran poder de facto, estaba comprometida con su política de autodeterminación de los pueblos autóctonos en medio del tremendo reto que representaba la “Guerra Fría”
Y finalmente el pueblo saharaui, en el que se produjo una escisión. Por un lado los líderes tribales (chejs) tradicionales, personas de edad, partidarios de una transición ordenada, agrupados en torno a la Asamblea General del Sahara (Yemaa), órgano consultivo del gobierno del territorio bajo la administración española. Por el otro los más jóvenes. Elites intelectuales, muchos de ellos con estudios en España, Francia, Marruecos o Argelia, muy influenciados por las corrientes imperantes en la época y que tuvieron su mayor expresión en el Mayo del 68 parisino. Esta dualidad terminó siendo catastrófica para los intereses de la población saharaui en su conjunto.
¿Y España. Qué papel jugó en todo el proceso? Yo diría que, al menos inicialmente, el que le correspondía por su destino y su grandeza. Por su destino, como una potencia modesta en el concierto internacional, pero consciente de su glorioso pasado. Y por su grandeza también, por su generosidad, ya que se esforzó en invertir en el desarrollo, las comunicaciones, infraestructuras, escolarización, y desarrollo del territorio que administraba, y la preparación de la población para la autodeterminación. Y la mejor prueba de ello fue la respuesta que Francisco Franco, Jefe del Estado, dio a una petición de la Yemaa en la que pedía al Gobierno de España que abriera un periodo para la preparación de su autodeterminación. El Generalísimo respondió inequívocamente en estos términos:
- el pueblo Saharaui es el único dueño de su destino
- El estado Español defenderá su libertad y libre decisión y garantizará que la población determinará su futuro cuando lo solicite, de conformidad con la Asamblea General de la ONU.
- Hasta entonces, todos los saharauis gozarán de los privilegios de la nacionalidad española.
Se produjo entonces una doble conjunción en contra de la postura Española. Por una parte Marruecos dio un importante paso adelante, desplegando al sur del Rio Draa, próximo a la frontera del Sahara, su mejor unidad, La Brigada Golán, que había combatido junto a los sirios en la guerra del Yon Kippur, poniendo cierta presión a las autoridades españolas y a su ejército. Por otro lado, una parte de los jóvenes saharauis, encuadrados ya en el F POLISARIO (Frente para la Liberación de la Saguia el Hamra y Rio de Oro) apartándose del ancestral respeto tribal por sus mayores, se alineó con ideologías marxistas y lejos de apoyar a España en su decidida voluntad de conceder la autodeterminación al territorio, se dedicó a hostigar a sus tropas, perpetrar atentados e infiltrar elementos entre las fuerzas indígenas españolas llegando secuestrar a dos patrullas de la Agrupación de Tropas Nómadas. España reaccionó, reforzando militarmente el territorio con un batallón de tanques, un grupo de artillería autopropulsada y otras unidades y reconduciendo el despliegue que había mantenido los quince últimos años hacia el norte, con el fin de hacer frente a esta nueva amenaza.
Ante el fracaso de los repetidos intentos de Hasan II de boicotear la voluntad española de llevar de llevar a cabo un referéndum, anunció que iba a llevar sus reivindicaciones ante el Tribunal Internacional de justicia de la Haya, para que se pronunciase si el “Sahara era terra nulius cuando España lo ocupó”. La Asamblea General de la ONU apoyó esta petición, solicitando a las partes contendientes que aportasen la documentación, solicitaba a España que retrasase el referendum al tiempo que anunciaba una”visiting misión” al territorio, con el fin de comprobar in situ el sentir de la población.
Esta misión, encabezada por el político de Costa de Marfil Simeón Ake, llegó al Aaiún el 12 de Mayo de 1975. Sorprendió inicialmente en la capital del Sahara, El Aaiún la entrada en la escena internacional del FPOLISARIO,

De esta manera, el ejército español en el Sahara tuvo que hacer frente a la amenaza creada por Marruecos en la frontera norte y las acciones irregulares llevadas a cabo por las partidas del F POLISARIO.

Entramos ya en la fase decisiva de los acontecimientos. El 16 de Octubre de 1975, el Tribunal de la Haya hace público su dictamen concluyendo básicamente que: En el momento de la Colonización, El Sahara no era “terra nulius” ya que lo habitaban una poblaciones nómadas pero organizadas social y políticamente bajo la autoridad de “chej” locales, que no había ningún vinculo de soberanía territorial entre marruecos y el Sahara, pero si algunos vínculos de vasallaje entre el sultán y “algunas” tribus del territorio. Concluía que no había razones para modificar la Resolución de la Asamblea General de la ONU, por la que se requería a España que realizase un referéndum.
Esa misma tarde, el monarca marroquí se dirigió por TV a su pueblo para anunciar que el TIJ ha confirmado que “existían vínculos de vasallaje entre el Sahara y el Reino de Marruecos equiparables a la soberanía en derecho musulmán” y que, en consecuencia, se proponía recuperar el Sahara de forma pacífica mediante una marcha en la que participarían 350.000 marroquíes. Que la marcha sería pacifica y que sus participantes irían provistos únicamente del Corán.
Hay que decir que muchos países, especialmente los de la liga Árabe apoyaron la iniciativa. Entre los occidentales, cabe señalar, por su tibieza las posturas de Estados Unidos y Francia.
El Gobierno Español estaba a esas alturas muy comprometido por la grave enfermedad del Caudillo y las repercusiones internacionales del fusilamiento de cinco terroristas de ETA y del FRAP. El embajador Jaime de Piniés en la ONU, desplegó intensas gestiones y protestas que solo obtuvieron tímidas declaraciones: “toma nota…. exhorta…. deplora la marcha… insta a Marruecos….” Incluso se desplazó el Secretario General de la organización a Madrid y Rabat con una propuesta para desbloquear el conflicto mediante una administración temporal del territorio por Naciones Unidas. Pero cuando el Sr Waldheim abandonaba Madrid el 28 de octubre, llegaban a la capital los ministros de exteriores de Marruecos y Mauritania para comenzar unas negociaciones tripartitas que culminarían el 14 de noviembre mediante la firma del denominado “Tratado de Madrid”. El gobierno comenzaba a dar señales de cambio en la postura mantenida hasta el momento.
Estas idas y venidas de políticos, plenipotenciarios y embajadores, con un Generalísimo agonizante, se contemplaban desde el Sahara con preocupación y escepticismo. Para hacer frente al desafío marroquí, el Estado Mayor del Sahara había puesto en marcha la “Operación Marabunta”. Consistía en un despliegue defensivo que con la finalidad de impedir que ningún elemento marroquí llegara al Aaiún,

En el puesto fronterizo de Tah, un destacamento de Policía Territorial materializaba con su presencia el control fronterizo al tiempo que, militarmente ejercía de línea de vigilancia. Unos 10 kms a retaguardia, entre dos obstáculos naturales: La Sebja Um-Deboa y los

El licenciamiento de soldados nativos de la Policía Territorial y de Tropas Nómadas, disminuyó los efectivos de ambas unidades por lo que para hacer frente a la creciente inquietud en los barrios nativos del Aaiun y prevenir los actos terroristas que empezaron a producirse, hubo que desplegar a La Legión para mantener el control de la población. En estas circunstancias, se produjo la visita por sorpresa al Aaiún del Príncipe de España, quien había asumido interinamente la Jefatura del Estado por el agravamiento de la enfermedad de Franco.

Aquellas palabras disiparon el ambiente de escepticismo que menudeaba entre las unidades y con la moral intacta,


Entre tanto, el Presidente de la Asamblea General del Sahara (La Yemaa), Jatri Uld Said Uld Yumani, y por tanto quien encarnaba la representación del pueblo saharaui, después de un viaje a Madrid para asistir a una sesión de la cortes Españolas, de la que era procurador, el día 3 se presentó en Agadir para rendir vasallaje, en nombre de todos los saharauis a Hassan II. La traición se consumaba.
El día 6 de noviembre – hace 40 años- una multitud de unos 50.000 civiles, fuertemente encuadrados por miembros de la Gendarmería Marroquí, cruzaban la frontera, penetraron en el Sahara y se establecieron durante unos días en campamentos improvisados a unos 4 kms de las fuerzas españolas. Una concentración menor se produjo por el extremo este de la Sebja de Tah, frente a Hagunía. Pero ya el monarca marroquí no encabezó la marcha como había prometido. Aguardó en Agadir los resultados.

El día 10 de noviembre, los peregrinos de la Marcha Verde abandonaron el Sahara. Francisco Franco moría en el hospital 10 días después. Una avanzadilla de las FAR marroquíes – a la que por cierto hubo de facilitar hasta el combustible – al mando del coronel D´Limi, coordinó con el Estado Mayor del Sector del Sahara el relevo progresivo de las guarniciones, que comenzó en Smara el 27 de Noviembre.
Se desarrolló entonces la “Operación Golondrina”: el relevo organizado y traslado de Unidades militares con todos sus pertrechos y bienes útiles susceptibles de ser transportados a Canarias y a la Península antes de la fecha establecida. Como no podía ser de otra forma, hasta los restos de españoles de los cementerios fueron evacuados.
Con los dientes apretados y la sensación de tener que dejar aquel territorio con el que estábamos comprometidos, a pesar de las traiciones que habíamos sufrido , una a una se fueron arriando las banderas de los diferentes cuarteles y destacamentos hasta la última, en Villa Cisneros, el día anterior a lo estipulado en los acuerdos de Madrid
Hoy en día todavía se duda de la legitimidad de estos acuerdos, pero en definitiva supusieron la decisión pura y dura de abandonar el Sahara. Como sabemos, Mauritania renunció a sus responsabilidades en 1979, y Marruecos nunca cumplió las cláusulas que establecidas en lo relativo a explotación de los yacimientos de fosfato de Bu-Craa ni del banco pesquero.

Si han llegado hasta el final de este relato, les invito a que contemplen la foto con la que comenzó. Los soldados de España arrían en solitario su bandera. Símbolo de su legendaria grandeza. Pero que, agredida en el peor momento por quien se dice su amigo- que nos volverá a engañar- ignorada y abandonada por todos ordenó “firmes” a su ejército y los soldados que allí estábamos sosteniendo y amparando a esa bandera tuvimos que cumplir la orden más difícil tal vez de nuestras vidas: No el tener que hacer frente al ejército marroquí, al que nunca temimos, ni por supuesto a la marcha verde, sino tener que arriar la bandera del mástil que había hollado el último vestigio del imperio español.

Adolfo Coloma Contreras
General de Brigada (R) del ET.
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