LA HORA DE LA VERDAD (COMANDANTE LUCAS MARTÍN SERRANO) /ATROCIDAD (General Adolfo Coloma Contreras)

El despiadado ataque del viernes no es sino una acción más de la guerra que se está librando porque, aunque aún haya quien se niegue a admitirlo, quién sienta aversión a pronunciar esa maldita palabra, esa es la dura realidad, estamos en guerra, una guerra que no hemos elegido nosotros, pero que tenemos aquí, y negarlo no va a cambiar la realidad.

La gran mayoría de la sociedad entiende el concepto de guerra como la confrontación de dos o más ejércitos, con grandes enfrentamientos, batallas, etc. Pero la forma de hacer la guerra ha evolucionado, los actores ya no están tan claramente definidos como antaño, y si echamos un vistazo a nuestro alrededor, nos daremos cuenta de que durante los últimos 20 años, los conflictos que podrían encajar en la concepción clásica de la “guerra” se pueden contar con los dedos de una mano y aún nos sobrará alguno. La gran diferencia es que en esta ocasión nuestro enemigo ha llevado la lucha a nuestro territorio, una lucha en la que aplica métodos brutales, no convencionales, pero es su forma de entender la guerra y hemos de adaptarnos o sucumbir.
Hay quien todavía se empeña en culpar de esta situación a las intervenciones de los países occidentales en Irak, Afganistán, Libia o Siria. Es más, incluso hay quien, en el colmo de la estulticia, culpa de la situación que afrontamos a la sustitución del principio de no injerencia por el de injerencia humanitaria. Y nada más lejos de la realidad. Si consideramos Al Qaeda como precursora de la idea del Califato y al DAESH como heredero a la hora de recoger esa aspiración y tratar de materializarla, veremos que su existencia es muy anterior a todas esas intervenciones mencionadas. Por lo que lo primero que se ha de comprender es que a pesar de los errores cometidos por occidente, que los hay y muchos, no somos responsables de lo que está ocurriendo. Hay que parar esa espiral de autoinculpación que va tan en la línea de esa sociedad “buenista” que hemos creado.

Ayer mismo, el Santo Padre, cuando habló sobre los ataques del viernes hizo uso del término “Guerra Mundial”. Y ello es un gran paso, porque es fundamental entender que estamos ante una confrontación Mundial o Global. Nadie que no comparta la visión del DAESH está a salvo de convertirse en su objetivo. Es más, tarde o temprano lo será.

Pero una vez aceptada la situación e identificado a nuestro enemigo hay que ponerse manos a la obra. Y de nuevo nos encontramos con el problema del “buenismo”, pues para combatirlos eficazmente serán necesarias una implicación a la que nadie actualmente está dispuesto, y una determinación que hoy por hoy nadie tiene, pues aún con las víctimas del ataque en el suelo hay quien continua negando la realidad, sabiendo, eso sí, que ni aun dándose ambos supuestos lograremos atajar el desafío concreto a nuestra seguridad.
Hay que aceptar que la lucha será larga y que nunca lograremos la seguridad completa, que nos golpearán y que sufriremos bajas. Pero eso no debe de frenarnos. El miedo es el mayor enemigo de la libertad, y no podemos dejar que nos atenace.
Hemos de ser proactivos. Solo así conseguiremos lograr “romper el ciclo de decisión” de nuestro adversario. De ese modo, recuperaremos la iniciativa y nuestras decisiones y acciones no estarán condicionadas por las del enemigo. En realidad, el arte de la guerra trata básicamente de eso. Y algo de lo que debemos ser conscientes es de que por ahora somos nosotros, occidente, quien ocupa posiciones defensivas, y eso nunca es positivo.

Y este principio básico es tanto más importante cuando nos fijamos con atención en nuestro enemigo y descubrimos unas connotaciones desconocidas hasta ahora. Tomemos como ejemplo la 2ª Guerra Mundial. La contienda solo finalizó cuando los aliados forzaron a la Alemania nazi primero, y al Imperio Japonés después, a capitular. Ambos eran unos enemigos formidables, con unos ejércitos bien preparados y armados, compuestos por millones de hombres dispuestos a dar su vida por sus respectivos países. Eso es algo fuera de toda duda. Pero fijémonos en el término empleado, “dispuestos a dar la vida”.
La gran diferencia con nuestro actual enemigo, peor preparado, peor armado y menor en número es que éste, por el contrario, no está dispuesto a morir, quiere morir. Su último objetivo es morir por Alá. Amenazar o mostrar nuestra disposición a hacer realidad esa aspiración no es para ellos sino un refuerzo positivo a sus acciones y su lucha. Este es un factor clave que debemos tener muy presente a la hora de afrontar nuestra lucha.
Ellos buscan la muerte y así lo ha manifestado en algún comunicado: “vosotros amáis tanto vuestra vida como nosotros la muerte”. Pero esa determinación, si bien temible y preocupante, puede ser una debilidad, porque no deja de ser una opción personal, tomada por el individuo, que busca su propia gloria, entendida ésta como salvación desde un punto de vista religioso, tan acentuado que es la base de su lucha, que en cualquier momento puede anteponerse a la consecución de los objetivos colectivos, y una guerra no se puede ganar sin una arraigada cohesión y sentido de la colectividad, sin unidades cohesionadas que actúen sin dejar margen a las individualidades.

Se hace imprescindible retomar la idea de la deslegitimación de la yihad como método eficaz de lucha contra aquellos que aún no han dado el paso a la lucha armada. Esa es una parte incuestionablemente fundamental en esta guerra, en el frente doméstico, donde sólo atacando a la base de la justificación moral que dan a su lucha se puede revertir, en cierto modo, ese proceso de radicalización o evitar que llegue a su culminación.
Es en ese momento cuando tenemos la oportunidad de ser proactivos, de llevar la iniciativa y de marcar realmente la estrategia a seguir, no siendo además necesario identificar a los elementos de mayor riesgo, pues la audiencia objetivo de nuestras acciones habrá de ser la mayor masa posible de individuos potencialmente proclives a la radicalización. Y todo esto no debe verse como una generalización, sino como una forma incluso de proteger a esa mayoría que jamás se planteará dar ese paso.

Como sociedad hemos dedicado mucho tiempo a ceder y a hacer concesiones ignorando la realidad, creyendo que las buenas palabras y la política lo arreglarían todo. Sin embargo, desgraciadamente nunca fueron tan actuales como ahora las palabras de Churchill: “ Os dieron a elegir entre el deshonor y la guerra, elegisteis el deshonor, y ahora tendréis el deshonor y la guerra”.

Comandante Lucas Martín Serrano
ATROCIDAD (General Adolfo Coloma Contreras)

Es el terrorismo en su estado más descarnado. El terrorismo sistemático. En España, por desgracia, hemos tenido que soportar durante décadas el terrorismo de ETA. Era un terrorismo selectivo. Las dos formas de terrorismo, sistemático y selectivo pretenden lo mismo.

También a nosotros los españoles se nos ha hecho patente ese rostro del terrorismo sistemático en aquella fecha fatídica: 11 de Mayo de 2003, con los ataques mediante explosivos a los trenes en las proximidades de la capital. ¡qué reacción más noble la del pueblo madrileño que dio al mundo un ejemplo de voluntarismo, abnegación y colaboración generosa.

La población parisina también ha dado ante el mundo un formidable testimonio de coraje y entereza. Tras ser retenidos en el Estadio de Francia por su propia seguridad, tras los atentados, cuando finalmente la policía conducía a los asistentes al evento deportivo hacia las salidas consideradas seguras, iban cantando la Marsellesa,

¡Allons enfants de la patrie!
Siempre se apela a la patria en momentos difíciles. Sí, yo también he querido gritar en esta ocasión ¡yo soy parisino! Porque no se merecen esa atrocidad y por su grandeza en la reacción.
Puede que arda Paris, pero lo hará de contenida indignación, No sucumbirá a las llamas de los que invocando a su Dios pretenden aprovechar se de la libertad que se les ofrece para actuar con felonía, confundir el frente con la retaguardia en esta guerra que por temor a llamarla mundial, la calificamos eufemísticamente como “Guerra Global contra el Terrorismo”.
Nuestras oraciones por las víctimas, muertos y heridos de tamaña atrocidad. Nuestra compasión por sus familiares y amigos. Nuestra solidaridad y admiración por la lección que han dado los parisinos. Nuestra convicción de que seguramente no será esta la última ocasión en que tengamos que revivir estos sentimientos, pero también nuestra confianza de que con unidad, decisión y compromiso, somos invencibles.
Adolfo Coloma
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