El modelo laboral del norte de Europa al que tantas referencias se hacen en España está marcado por una notable flexibilidad.
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A la hora de esbozar propuestas programáticas, la mayoría de partidos españoles suele apelar de forma abstracta al "modelo nórdico". PP, PSOE, Ciudadanos o Podemos no dudan en poner como ejemplo a seguir el mercado de trabajo de países como Finlandia, Dinamarca o Suecia.
Sin embargo, la mayoría de estas menciones a los regímenes laborales del norte de Europa suele quedarse en comentarios genéricos que no profundizan en algunas cuestiones de fondo. Para sacar a la luz estos ingredientes, tomaremos como fuente el estudio La búsqueda de empleo, de Valentín Bote.
De entrada, hay que apuntar que, a menudo, se suele callar que en muchos de estos países no hay ningún salario mínimo fijado por el gobierno. Es el caso de Dinamarca, Suecia o Finlandia, donde los sueldos más bajos permitidos se pactan en negociaciones a nivel empresa-sindicato, sin intervención alguna por parte del Estado. Otro punto que se suele callar es el rumbo de la política fiscal en el norte y el sur de Europa.
Desde 1985 hasta 2011, los impuestos al trabajo (renta y cotizaciones sociales) han bajado en Suecia, Finlandia o Dinamarca, justo lo contrario a lo que ha ocurrido en España, Portugal, Grecia o Italia. Tampoco se suele hacer muchas menciones al enorme diferencial regulatorio que existe entre nuestro país y los nórdicos. Tanto en lo relativo a las regulaciones laborales como en lo tocante a las normas que rigen el mercado de productos, España se coloca entre los países más intervencionistas de Europa, al contrario que Suecia, Finlandia o Dinamarca.
En cuanto a la prestación por desempleo, el modelo nórdico se caracteriza por ser mucho más restrictivo. En Finlandia, los demandantes pueden rechazar un empleo que no se enmarque en su ocupación habitual durante los tres primeros meses; a partir de entonces, cualquier negativa redunda automáticamente en una suspensión de las ayudas por desempleo.
Por otro lado, en los países del norte de Europa se suele recurrir a la tecnología para facilitar la busca de empleo y controlar posibles fraudes en el cobro de las prestaciones. Esta semana, Libre Mercado desveló que hay más de 400.000 españoles que han cobrado ayudas indebidas, por valor de 770 millones de euros.
Un escenario así es mucho menos probable al Norte de Europa, donde los servicios telemáticos están muy extendidos y permiten agilizar las tareas de control y asesoramiento a los desempleados. Solamente un tercio de la relación con las oficinas de trabajo se realiza de manera presencial: el resto tiene lugar por teléfono o internet. Esta automatización facilita notablemente la búsqueda de empleo y el control antifraude.
La OCDE explicó en 2013 que el 22% de los parados finlandeses han sido sancionados por rechazar ofertas de empleo o abandonar programas de entrenamiento e inserción laboral. Algo parecido ocurre en Noruega: de 2003 a 2008 subieron las multas a desempleados del 16% al 25% del total.
Esta mayor eficiencia se explica por la intensa colaboración público-privada vigente en los países del Norte de Europa. De hecho, en Suecia se aplica un sistema de "cheques" mediante el cual los trabajadores pueden cambiar al servicio público de empleo por un proveedor privado reconocido por el gobierno.
Sin embargo, la mayoría de estas menciones a los regímenes laborales del norte de Europa suele quedarse en comentarios genéricos que no profundizan en algunas cuestiones de fondo. Para sacar a la luz estos ingredientes, tomaremos como fuente el estudio La búsqueda de empleo, de Valentín Bote.
De entrada, hay que apuntar que, a menudo, se suele callar que en muchos de estos países no hay ningún salario mínimo fijado por el gobierno. Es el caso de Dinamarca, Suecia o Finlandia, donde los sueldos más bajos permitidos se pactan en negociaciones a nivel empresa-sindicato, sin intervención alguna por parte del Estado. Otro punto que se suele callar es el rumbo de la política fiscal en el norte y el sur de Europa.
En cuanto a la prestación por desempleo, el modelo nórdico se caracteriza por ser mucho más restrictivo. En Finlandia, los demandantes pueden rechazar un empleo que no se enmarque en su ocupación habitual durante los tres primeros meses; a partir de entonces, cualquier negativa redunda automáticamente en una suspensión de las ayudas por desempleo.
Por otro lado, en los países del norte de Europa se suele recurrir a la tecnología para facilitar la busca de empleo y controlar posibles fraudes en el cobro de las prestaciones. Esta semana, Libre Mercado desveló que hay más de 400.000 españoles que han cobrado ayudas indebidas, por valor de 770 millones de euros.
Un escenario así es mucho menos probable al Norte de Europa, donde los servicios telemáticos están muy extendidos y permiten agilizar las tareas de control y asesoramiento a los desempleados. Solamente un tercio de la relación con las oficinas de trabajo se realiza de manera presencial: el resto tiene lugar por teléfono o internet. Esta automatización facilita notablemente la búsqueda de empleo y el control antifraude.
La OCDE explicó en 2013 que el 22% de los parados finlandeses han sido sancionados por rechazar ofertas de empleo o abandonar programas de entrenamiento e inserción laboral. Algo parecido ocurre en Noruega: de 2003 a 2008 subieron las multas a desempleados del 16% al 25% del total.
Conectando empresas con trabajadores
Los servicios públicos de empleo también funcionan de manera más eficiente en el modelo nórdico. Si en España apenas el 3% de los contratos suscritos son intermediados a través de estas oficinas, en Finlandia o Noruega esta cifra ronda el 50%.Esta mayor eficiencia se explica por la intensa colaboración público-privada vigente en los países del Norte de Europa. De hecho, en Suecia se aplica un sistema de "cheques" mediante el cual los trabajadores pueden cambiar al servicio público de empleo por un proveedor privado reconocido por el gobierno.
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