Fuentes policiales indican a Gaceta.es que la labor de los reclutadores "consiste, sencillamente, en sentarse con los presos y ofrecerles una solución a sus vidas".
S.Toro | Agencias
Lunes, 23. Noviembre 2015 - 18:57
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La Policía Nacional detenía este lunes a un preso en la cárcel de Segovia por captación y adoctrinamiento de yihadistas y por amenazar con poner bombas en Madrid y Barcelona. El arrestado trataba de captar y adoctrinar a internos cuyas condenas estaban a punto de finalizar, además de amenazar en nombre del Estado Islámico.
Se trata de uno de los 180 presos que Instituciones Penitenciarias tiene sometidos a un plan específico de vigilancia por riesgo de radicalización yihadista, entre los que se incluyen tanto personas que profesan la religión islámica como personas marginales y susceptibles de ser captadas. Esa cifra es superior al número de personas actualmente en prisión por haber cometido delitos relacionados con este tipo de terrorismo, alrededor de 90. La utilización de los centros penitenciarios como lugar de reclutamiento de internos que cumplen condena por delitos comunes y son procedentes de países de mayoría musulmana se produce desde hace tiempo. Pero esta tendencia se ha incrementado en los últimos años.
Fuentes policiales explican a Gaceta.es que el adoctrinador o reclutador busca un perfil concreto entre los reclusos: inestables psicológicamente, marginados, procedentes de delincuencia común, que vean a la sociedad como su enemigo. Además están especialmente interesados en presos cuyas penas no sean superiores a los tres años, para que pronto puedan salir libres con instrucciones de continuar sus actividades radicales en el exterior.
Los reclutadores, que "normalmente llegan radicalizados a prisión", son personas preparadas intelectualmente y hábiles socialmente. Tienen un discurso preparado y mecánico, "al igual que ocurre en las sectas", indican. Y después de un proceso de búsqueda de potenciales yihadistas comienzan la captación y el adoctrinamiento de forma directa. "Esta es la forma más eficaz, incluso más que las redes sociales", señalan.
La labor de los adoctrinadores "consiste, sencillamente, en formar un grupo de iguales dentro de la cárcel, en sentarse con los presos elegidos y ofrecerles una solución a sus vidas", ya que se trata de personas "sin autoestima y con necesidad de tener un motivo para vivir".
Implica también determinadas pautas de actuación como "examinar las eventuales relaciones de algunos de los terroristas ingresados en prisión con personas con detenciones anteriores, con independencia de que hayan sido condenadas por terrorismo o por otros delitos". "Por tanto, hay que observar las comunicaciones y visitas con estas personas, las relaciones establecidas entre ellos o con terceros y las relaciones con otras formas de delincuencia organizada o terrorista", señala el programa.
Los subdirectores de Seguridad de cada centro penitenciario se encargan de coordinar toda la información acerca de los presos afectados y de garantizar "el necesario conocimiento y reseña de textos, grabaciones u otros sistemas de almacenamiento de audio o vídeo que pudieran contener reflexiones o discursos de autores radicales". "No se autorizará la tenencia de estos materiales por favorecer el reclutamiento o la radicalización, procediendo también a la intervención de los mismos cuando se detecten en los registros o cacheos", indica.
Los presos incluidos en el FIES se dividen en las siguientes categorías: de control directo -especialmente conflictivos y que perturban la convivencia con asiduidad-, de bandas de crimen organizado, condenados por terrorismo, miembros de las Fuerzas de Seguridad o funcionarios de prisiones y los presos de "características especiales". En este último grupo se incluyen los "internos que sin estar condenados por terrorismo islamista destacan por su fanatismo radical, por su afinidad al ideario terrorista y por liderar o integrar grupos de presión o captación en el centro penitenciario".
Se indica además que los presos terroristas verán sometidas a "una permanente observación y control sus relaciones con los funcionarios y con otros internos", además del "rol desempeñado y la capacidad de liderazgo en los grupos organizados o espontáneos que se crean en los centros y las relaciones y posible vinculación con otros grupos del centro".
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Se trata de uno de los 180 presos que Instituciones Penitenciarias tiene sometidos a un plan específico de vigilancia por riesgo de radicalización yihadista, entre los que se incluyen tanto personas que profesan la religión islámica como personas marginales y susceptibles de ser captadas. Esa cifra es superior al número de personas actualmente en prisión por haber cometido delitos relacionados con este tipo de terrorismo, alrededor de 90. La utilización de los centros penitenciarios como lugar de reclutamiento de internos que cumplen condena por delitos comunes y son procedentes de países de mayoría musulmana se produce desde hace tiempo. Pero esta tendencia se ha incrementado en los últimos años.
Fuentes policiales explican a Gaceta.es que el adoctrinador o reclutador busca un perfil concreto entre los reclusos: inestables psicológicamente, marginados, procedentes de delincuencia común, que vean a la sociedad como su enemigo. Además están especialmente interesados en presos cuyas penas no sean superiores a los tres años, para que pronto puedan salir libres con instrucciones de continuar sus actividades radicales en el exterior.
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La labor de los adoctrinadores "consiste, sencillamente, en formar un grupo de iguales dentro de la cárcel, en sentarse con los presos elegidos y ofrecerles una solución a sus vidas", ya que se trata de personas "sin autoestima y con necesidad de tener un motivo para vivir".
Un año del Programa de Intervención con los Internos Islamistas
En julio de 2014, el Ministerio del Interior puso en marcha el Programa de Intervención con los Internos Islamistas en los Centros Penitenciarios. Este proyecto constituye uno de los planes de Interior sobre los que se basa la estrategia centrada en los reclusos que "responden a planteamientos organizados, extremistas y violentos o pretenden utilizar el medio penitenciario para reclutar adeptos a su ideología radical".Implica también determinadas pautas de actuación como "examinar las eventuales relaciones de algunos de los terroristas ingresados en prisión con personas con detenciones anteriores, con independencia de que hayan sido condenadas por terrorismo o por otros delitos". "Por tanto, hay que observar las comunicaciones y visitas con estas personas, las relaciones establecidas entre ellos o con terceros y las relaciones con otras formas de delincuencia organizada o terrorista", señala el programa.
Los subdirectores de Seguridad de cada centro penitenciario se encargan de coordinar toda la información acerca de los presos afectados y de garantizar "el necesario conocimiento y reseña de textos, grabaciones u otros sistemas de almacenamiento de audio o vídeo que pudieran contener reflexiones o discursos de autores radicales". "No se autorizará la tenencia de estos materiales por favorecer el reclutamiento o la radicalización, procediendo también a la intervención de los mismos cuando se detecten en los registros o cacheos", indica.
Apartado especial para presos islamistas en el FIES
Las medidas de seguridad aplicadas a los reclusos recogidos en el Fichero de Internos de Especial Seguimiento (FIES), que cuenta con un apartado especial para presos islamistas, dan apoyo a dicho programa.Los presos incluidos en el FIES se dividen en las siguientes categorías: de control directo -especialmente conflictivos y que perturban la convivencia con asiduidad-, de bandas de crimen organizado, condenados por terrorismo, miembros de las Fuerzas de Seguridad o funcionarios de prisiones y los presos de "características especiales". En este último grupo se incluyen los "internos que sin estar condenados por terrorismo islamista destacan por su fanatismo radical, por su afinidad al ideario terrorista y por liderar o integrar grupos de presión o captación en el centro penitenciario".
Se indica además que los presos terroristas verán sometidas a "una permanente observación y control sus relaciones con los funcionarios y con otros internos", además del "rol desempeñado y la capacidad de liderazgo en los grupos organizados o espontáneos que se crean en los centros y las relaciones y posible vinculación con otros grupos del centro".
Aumenta la vigilancia de los presos islamistas tras el ataque a Charlie Hebdo
Los presos islamistas se dividen en tres categorías: A) altamente radicalizados, B) medianamente radicalizados y C) susceptibles de radicalización. El ataque islamista contra el semanario satírico francés Charlie Hebdo propició que Instituciones Penitenciaras ampliara la vigilancia de los presos islamistas mediante el aumento del número de internos a los que se daría el tratamiento de presos FIES en el apartado "características especiales".Leer más...
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