domingo, 11 de diciembre de 2016

La Legión pasa revista a casi un siglo de leyenda

HOMENAJE EN MELILLA

La Legión pasa revista a casi un siglo de leyenda

"Melillenses, tranquilos, somos la Legión que venimos a salvaros", arengaba su fundador desde la cubierta de un barco cuando llegaba la Legión a salvar la ciudad española tras el desastre de Annual en 1921.
La Gaceta
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La Legión marcha hacia su centenario al ritmo pausado pero firme de su himno "El novio de la muerte", manteniendo vivo en el Ejército español un halo que leyenda que comenzó a forjarse en el norte de África.



Más allá de sus símbolos más populares, esta unidad del Ejército de Tierra atesora "una amplísima historia, no en tiempo, sino en hechos", defiende el brigada Miguel Villalobos.

El brigada está al frente de la exposición que pasa revista a los 96 años de la Legión Española en el Museo Histórico Militar de Melilla, donde la unidad fundada en 1920 por el teniente coronel José Millán-Astray acuartela uno de sus tercios.
"Melillenses, tranquilos, somos la Legión que venimos a salvaros", arengaba su fundador desde la cubierta de un barco cuando llegaba la Legión a salvar la ciudad española tras el desastre de Annual en 1921.

El comisario de la muestra recuerda las palabras de Millán-Astray para ilustrar cómo la Legión empezaba a formarse esa imagen legendaria, tan solo un año después de haberse creado cerca de Ceuta con el nombre de Tercio de Extranjeros en época de Alfonso XIII.

Los legionarios ganan en Melilla la que "es quizás la primera batalla de esa inmensa leyenda", relata Villalobos, con aquella puesta en escena en el puerto que hace destacar a sus hombres entre otras unidades que llegaban a defender la ciudad.

Una imagen que iría luego agrandado en las guerras de Marruecos, como en el desembarco de Alhucemas -con el entonces coronel Francisco Franco al frente de sus filas-, después en el Ifni y más tarde en el Sahara español, del que los caballeros legionarios fueron los últimos en salir.

Quizás por ello el Libro de Oro con los caídos en aquellas guerras en lo que hoy es Marruecos recibe al visitante al comienzo de la exposición "La Legión. Tercio Gran Capitán".

Es la pieza, destaca el comisario, de mayor valor museístico de la muestra "enfocada a estos 96 años, ya casi cien de historia de la Legión", con fondos que no suelen salir de su cuartel.

El tercio tiene su sede en el acuartelamiento Millán-Astray de la Comandancia General de Melilla y debe su nombre al Gran Capitán, el militar Gonzalo Fernández de Córdoba y Enríquez de Aguilar, cuyo busto da paso al panel que explica el emblema legionario inspirado en los tercios de Flandes.

Un recorrido que no solo se nutre de datos históricos que puedan cargar al visitante, sino que le engancha con toques de romanticismo.

"Si algún día Dios te llama, para mi un puesto reclama", se leía en la carta para una mujer encontrada, se dice, en el pecho del primer legionario muerto en combate, Baltasar Queija en 1921, relata el brigada legionario mientras le señala en una foto color sepia.

Curiosidades que llaman la atención a quien no haya sido llamado a las filas de esta historia casi centenaria, como que Millán-Astray pudo inspirarse en el "bushido", el código de honor de los samuráis, para el "credo" que los legionarios siguen recitando a diario. O como sus himnos, "La canción del legionario" y "El novio de la muerte". Este último era en origen un cuplé que le gustó tanto al fundador de la Legión que lo adaptó al ritmo del tambor que marca el paso ligero de sus hombres, pero que ha llegado a nuestros días como una marcha pausada, "que se usa mucho en Semana Santa".
"La Legión tiene una simbología propia", se encarga de recordar el guía de este recorrido que se topa con otro de estos símbolos, el que "más llama la atención y es más conocido": el gorrillo. El "chapiri", como le dicen los legionarios, y la borla que le cuelga y que va pasando del rojo al dorado a medida que va ascendiendo de grado el caballero que lo luce.

El repaso histórico no olvida al Sahara español, donde estos caballeros ya vestían un traje "árido" que fue en cierta medida precursor de los que se han enfundado muchos ejércitos occidentales cuando han comenzado a desfilar camino de misiones internacionales. Como en las que ha participado la Legión, desde las de Bosnia y Herzegovina a comienzos de los noventa hasta las de Afganistán en la década actual.

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