Pearl Harbor, del mito a la realidad
75 años después después, todavía son muchos los que señalan las evidencias de un ataque "conocido y previsto" por el presidente Roosevelt.
Arturo García
Jueves, 4. Diciembre 2014 - 9:44
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La guerra entre Japón y Estados Unidos era una posibilidad candente desde 1920. La invasión japonesa de Manchuria en 1931 aceleró el proceso pero no sería hasta el 7 de Diciembre de 1941 cuando las fuerzas niponas dieron el paso definitivo: un ataque a la base militar por excelencia, Pearl Harbor, contra algunos de los buques más emblemáticos de la marina.
Un total de 252 aeronaves japonesas partieron de seis portaviones en un ataque que se dividió en dos oleadas. Cuatro acorazados estadouniden fueron hundidos, al igual que tres destructores y un buque escuela. Las cifras de muertos por el bando estadounidense ronda los 2400, mientras que por el nipón, al margen de las pérdidas materiales, se sitúa únicamente en 64.
El día de la infamia, como lo denominó el presidente Franlin D.Roosevelt conmocionó a todo el país y llevó, inevitablemente, a Estados Unidos a entrar en la Segunda Guerra Mundial, tanto en Francia como el Pacífico.
A pesar de la percepción histórica de esta batalla como golpe devastador contra Estados Unidos, en realidad no fue así. Sólo cinco embarcaciones se hundieron de forma definitiva y en realidad el ataque japonés fracasó en su objetivo principal: los tres poderosos portaaviones estadounidentes.
Que la mayor fuerza naval del país no se encontrara+ en la base ha dado lugar a muchas conspiraciones. Según la versión oficial, el Enterprise volvía de una travesía, el Lexington había partido antes y el Saratoga se encontraba en San Diego pero, ¿qué ocurrió en realidad?
Un total de 252 aeronaves japonesas partieron de seis portaviones en un ataque que se dividió en dos oleadas. Cuatro acorazados estadouniden fueron hundidos, al igual que tres destructores y un buque escuela. Las cifras de muertos por el bando estadounidense ronda los 2400, mientras que por el nipón, al margen de las pérdidas materiales, se sitúa únicamente en 64.
El día de la infamia, como lo denominó el presidente Franlin D.Roosevelt conmocionó a todo el país y llevó, inevitablemente, a Estados Unidos a entrar en la Segunda Guerra Mundial, tanto en Francia como el Pacífico.
A pesar de la percepción histórica de esta batalla como golpe devastador contra Estados Unidos, en realidad no fue así. Sólo cinco embarcaciones se hundieron de forma definitiva y en realidad el ataque japonés fracasó en su objetivo principal: los tres poderosos portaaviones estadounidentes.
Que la mayor fuerza naval del país no se encontrara+ en la base ha dado lugar a muchas conspiraciones. Según la versión oficial, el Enterprise volvía de una travesía, el Lexington había partido antes y el Saratoga se encontraba en San Diego pero, ¿qué ocurrió en realidad?
Diferentes versiones
Las teorías conspiratorias han tenido su hueco en cada momento relevante de la historia. El ataque de Pearl Harbor no se ha quedado atrás y las supuestas "evidencias" dejan, según parte de la opinión pública, a Roosevelt en una posición complicada. Varios factores convergen y podrían ser la causa de un ataque que, con la cautela americana en otros asuntos se hubiera evitado.
El bloque energético, petróleo, que llevaba a cabo EE UU sobre Japón, estaba ahogando a la isla por lo que una respuesta bélica era ciertamente previsible. Los códigos secretos de la armada japonesa llevaban descifrados mucho tiempo, pero la inteligencia americana no informó de ellos a la sede en Hawái.
Otro suceso que ha desatado todo tipo de especulaciones fueron una serie de documentos de la FDR. Antes del ataque, muchas personas influyentes se habrían mostrado partidarias de hundir navíos americanos y así tomar parte de la guerra. Los mandos militares de entonces se negaron rotundamente a ello y a alguno le costó el puesto.
Este fue el caso del almirante Richardson, máximo responsable de la base, que fue destituido de su cargo tras criticar la decisión de la FDR de trasladar y atracar la flota al oeste de Hawái, una zona sin lla adecuada protección para un ataque aéreo y mucho menos para los torpedos. En aquel momento el presidente Roosevelt ya contaba con numerosas sospechas, pero una vez más decidió no hacer caso a las "evidencias".
Pocos días antes del infame 7 de Diciembre la armada británica informó de movimientos extraños en el Pacífico, de maniobras de la flota japonesa. Roosevelt, una vez más, hizo oídos sordos.
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