
Cambiarán la denominación de las calles pero el honor de esos generales permanecerá incólume mal que les pese. Lo único que consiguen es atizar un fuego ya extinguido. Tal vez deberíamos reflexionar sobre lo que significa la reconciliación y echar una ojeada a lo acaecido en Francia hace 50 años. Son sucesos lejanos y bien diferentes, pero que nos pueden dar idea de lo que son capaces de hacer hombres de Estado por el bien de su nación. Esos que aquí tanto echamos en falta.

Entre los más conocidos el general Salan.
Recordemos algunos hechos de aquel entonces.
París, 2345 horas del día 23 de mayo de 1962. El Presidente del alto Tribunal Militar que juzgaba al General Raoul

La abarrotada sala estalló en sollozos y gritos, no dejando que el Presidente terminase de leer y entonó a gran volumen La Marsellesa. Tal era el fervor que una gran parte de la ciudadanía francesa sentía por dicho General.
El General más condecorado del ejército francés del siglo XX se libró de la pena de muerte, siendo, sin embargo, condenado a cadena perpetua.
Años más tarde, el 27 de mayo de 1974, el Presidente Giscard d,Estaing le devolvió su condición de General de Ejército y en 1982 el socialista Mitterrand le reintegró al escalafón de Oficiales Generales. Hombres con visión de Estado. La herida y brecha consecuente que la guerra argelina había producido en el ejército francés quedaba cerrada.
¿Por qué un hombre de convicciones legalistas que había luchado contra la Alemania nazi, que había defendido la cultura occidental en Indochina y en Argelia, optó en determinado momento por la rebelión militar incurriendo en un gravísimo delito?

Veamos lo que había sucedido antes: lo primero que hizo De Gaulle tras haber tomado el poder el 1 de julio de 1958 fue visitar Argelia convirtiéndose en el primer defensor de la Argelia francesa y asegurándose así el apoyo del ejército. “Vive l,Algerie francaise” fue su grito en Mostaganem.
Tan sólo siete meses después todo cambió y De Gaulle propició el fin de la presencia francesa en Argelia. En ese periodo, 2000 soldados franceses habían caído en combate siguiendo a sus jefes que les habían conminado y motivado a la lucha.
Gran parte de los jefes y oficiales del ejército que llevaban años en Argelia, que habían combatido y que habían perdido muchos hombres se sintieron traicionados por De Gaulle.
Apareció entonces la rebelión militar – el Putch de Argel – a la que se unió el General Salan. Fracasado el golpe, el General lideró la OAS que tanto dañó ocasionó: más de 1500 muertos e innumerables atentados.
El General Salan siempre fue consciente y sabedor que había emprendido un camino hacia el fracaso. Si se embarcó en esta aventura fue por sentirse ligado al juramento de no abandonar nunca Argelia, por su compromiso y fidelidad con sus subordinados y por la profundidad de sus convicciones. En definitiva por su sentido del honor.
Fue juzgado y condenado.
El teniente condecorado con la cruz de guerra y la legión de Honor, gravemente herido en la primera fuerza mundial, el soldado a quien Delattre destacó como uno de sus mejores Coroneles en 1944, el que fuera Comandante en jefe de las fuerzas francesas en Indochina, y en Argelia, descansa hoy en paz en un cementerio en Vichy.
Siempre hay flores frescas en su tumba; en ella se puede leer ” Raoul Salan soldat de la Grande Armée”.
Francia le condenó por su último error pero también supo reconocer la grandeza de su sentido del honor y dio visos de realidad a la necesaria reconciliación entre franceses.
Militares de honor y Estadistas. Respeto al honor de un General y reconciliación.

En España en 1936 un grupo de Generales se alzó contra el caos, la anarquía y el desgobierno generalizado que reinaba en España; lo hicieron sirviendo a su Patria y conforme a su concepto del honor. También hubo otros que al contrario de los citados no se adhirieron al alzamiento. No seré yo quien les niegue igualmente que lo hicieron conforme a su concepto del honor y a sus creencias. Lamentablemente, dos generaciones después, todavía hay españoles incapaces de reconocer que a nada bueno conduce despertar odios enterrados y buen ejemplo podían tomar de la grandeza de un país como Francia.
General de División (R.) de Infantería de Marina Juan Chicharro Ortega
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