Hoy tenemos la satisfacción y el orgullo de presentar en nuestro blog al coronel de Infantería Juan Salafranca Álvarez. Nacido en una familia de gran tradición militar, pertenece a la 28 Promoción de la Academia General Militar
La mayor parte de su vida militar ha transcurrido ejerciendo el mando en Unidades de montaña, de carros de combate y de La Legión, donde ha servido nada menos que veinte años. Coronó su carrera militar al mando del Regimiento de Infantería Ligera Soria 9, que guarnece la Isla de Fuerteventura.
Además de estos destinos de mando, ha prestado otros muchos servicios al Ejército. Tuvo a su cargo la edición de la Revista Legión entre los años 1986-90. En la situación de Reserva, sus afanes le llevaron al Centro de Historia y Cultura Militar, entidad con la que sigue colaborando desde su situación de retiro.
Además de ser conferenciante habitual especializado en La Legión y en el Protectorado Español en Marruecos, ha sido el coordinador de la publicación “Diario africano. Impresiones de un teniente de La Legión” del laureado comandante de la Legión Rafael Montero Bosch.
Bienvenido, mi coronel a esta tribuna abierta a todos los que aman a España y quieren defender su unidad, su integridad y el ordenamiento legal.
Tienes la palabra.
LA PERVERSIÓN DEL LENGUAJE Y EL ESPÍRITU DE SERVICIO
Una de las armas utilizadas para subvertir una sociedad es, sin duda, el uso indebido del idioma y hemos de reconocer que en el ámbito militar, como en el resto del cuerpo social español es una batalla que, de momento, estamos perdiendo.
Podría poner muchos ejemplos, pero me voy a centrar en una palabra que sin ser privativa de nuestra profesión, sí es consustancial con ella; me refiero a la palabra SERVICIO.
Hace algunos años empezó a desaparecer este vocablo; primero en el ámbito de la logística al pasar de una de servicios a otra de funciones, sin que quede muy claro porqué, al igual que había un servicio de automovilismo, de sanidad o de municionamiento, no podría haberlos de personal, de abastecimiento, mantenimiento, transporte o asistencia sanitaria. Luego le tocó, por ejemplo, al Servicio Geográfico y al Servicio Histórico, sin que tampoco se expliquen muy bien las ventajas de tener un Centro Geográfico y un Instituto de Historia y Cultura Militar, desempeñando los mismos cometidos que tenían asignados con los nombres anteriores.
En el caso del Geográfico, se ha recurrido a la palabra Centro, que es como se llamó también a los antiguos depósitos de sementales, convertidos en centros de reproducción equina, como si se hicieran fotocopias de los semovientes, cuando con el nombre anterior quedaba bien claro que eran los lugares donde se atendía y se entrenaba a los caballos y garañones fuera de las temporadas en que se desplazaban a las paradas. Queda claro pues, que esta palabra sirve como comodín para una gran variedad de cosas ninguna de las cuales encaja claramente en las veinticinco acepciones que contempla el diccionario de la Real Academia Española.
Más peculiar es el caso del Instituto de Historia y Cultura Militar, pues se da la paradoja de que lo que está en el centro es el Instituto y los que están en la periferia son los Centros.
Todo esto carecería de importancia si se redujera a una simple cuestión semántica, pero paralelamente se va haciendo desaparecer de nuestras mentes la idea de servicio, cuando el servir a la Patria con las armas es nuestra razón de existir.
La razón de ello, es que en la sociedad moderna se huye del concepto de servicio, por entenderse erróneamente que el servir a los demás nos coloca en una posición de inferioridad frente a ellos, cuando lo cierto es que servir es un honor. Cuando se prestaba el hoy “suspendido” Servicio Militar Obligatorio, en sus últimos años la expresión más utilizada era “Yo hice la mili en…”, sin embargo, generaciones anteriores utilizaban con mayor propiedad la frase “Yo serví en…”, lo que a quienes teníamos una idea clara de que la finalidad no era hacer perder una parte de su juventud y de su vida laboral a los llamados a quintas, sino prepararles para el servicio de las armas nos parecía mucho más auténtico.
No debe olvidarse que la defensa de España no es misión exclusiva de los militares, sino que atañe a todo ciudadano español.
La vigente Constitución española, en su título I, dedica el capítulo II a los derechos y libertades de los españoles en dos secciones la 1ª dedicada a los derechos fundamentales y las libertades públicas y la segunda a los derechos y deberes de los ciudadanos. Pues bien, el primer derecho y deber de los españoles es defender a España. (Artículo 30.1).
Pues bien no cabe duda que el ejercicio de ese derecho y el cumplimiento de ese deber, implican un servicio al conjunto de los españoles y si dejamos que siga desapareciendo la conciencia de servicio en la sociedad, difícilmente lograremos que los que formamos parte de ella podamos reclamar ese derecho y cumplir con ese deber.
Podríamos profundizar en las causas de ese interés de algunos en que desaparezca el espíritu de servicio, seguramente quienes con intereses bastardos buscan la ruina de España, no son ajenos a las maniobras encaminadas a ello; pero puede también que existan personas de buena fé que, en su ignorancia, consideran humillante el servir, olvidando que una de las más altas magistraturas de todo estado la constituyen los ministros, cuya etimología es precisamente minister, es decir, servidor; de forma que el primer ministro sería el primer servidor del Estado.
La finalidad de estas líneas no es otra que llamar la atención sobre esta amenaza de la desaparición del espíritu de servicio y despertar las conciencias de quienes tienen en sus manos la educación de las jóvenes generaciones para inculcar en ellos ese afán de servicio.
Juan Ignacio Salafranca Álvarez. Coronel de Infantería (R.)
No hay comentarios:
Publicar un comentario