El suburbano de la capital, con casi cien años de vida, es una fuente inagotable de historias
El fantasma de Tirso
Si transitas habitualmente por la estación de Tirso de Molina, quizá esta leyenda te interese. Si las historias de terror no son lo tuyo, mejor no sigas leyendo. No hace demasiado, una joven cogió el último tren del día en la estación de Tirso. Era un viaje aparentemente cómodo, aunque dentro del vagón sólo había tres personas, una mujer y dos hombres. La joven comenzó a inquietarse cuando se percató de que la mujer no le quitaba ojo. Fijamente.
En la siguiente parada, un nuevo pasajero se subió y se sentó al lado de la protagonista de la crónica. Él también se dio cuenta de que la mujer no dejaba de mirarla. Agachó la cabeza y le susurró muy bajo a la joven: «No te muevas, no hables, no le mires a la cara y bájate conmigo en la siguiente parada». Ella, entre confusa y aterrada, le hizo caso.
Ya en el andén, todavía con el corazón acelerado, el hombre le dijo. «Siento haberte asustado, soy medium y la mujer que teníamos enfrente estaba muerta y los dos hombres que la acompañaban, la sostenían». Quizá después de leer esta historia prefieras no tomar el último tren de esta estación o tomar otro medio de transporte.
En la siguiente parada, un nuevo pasajero se subió y se sentó al lado de la protagonista de la crónica. Él también se dio cuenta de que la mujer no dejaba de mirarla. Agachó la cabeza y le susurró muy bajo a la joven: «No te muevas, no hables, no le mires a la cara y bájate conmigo en la siguiente parada». Ella, entre confusa y aterrada, le hizo caso.
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