
En efecto. El esfuerzo inicial para la localización y neutralización de los terroristas fue confiado a los servicios de seguridad del Estado: Policía y gendarmería. Con ellos fueron activados los servicios de información e inteligencia interior y exterior. En estas tareas se concentraron los cuerpos de policía y cuando sus capacidades se vieron desbordadas o bien para permitir a éstos centrarse en las funciones para las que están especializados, se recurrió a las Fuerzas Armadas para cooperar en el objetivo final: proteger a la población.
Nos hemos visto saturados de imágenes de soldados en misiones de vigilancia y protección bajo la Tour Eiffel,


Y en medio de todo, encontramos a la población que es a la vez objeto y sujeto de la propia defensa. Es objeto porque la población es el bien primordial a defender. Pero es también sujeto porque sin su colaboración en el grado que se le requiera, sin su participación activa o pasiva para equilibrar ese difícil binomio seguridad – libertad, sería muy comprometido aplicar medidas oportunas y eficaces.
En nuestra “piel de toro” hemos recorrido un largo camino, aún por concluir, en este aspecto de la participación de los militares en la defensa interior de España, particularmente, en la lucha contra el terrorismo. Hay una inveterada prevención a incluir las capacidades militares en la integración de todos los esfuerzos de la nación para hacer frente a tan insidiosa – y letal- amenaza.

En España, el entonces Jefe del Estado Mayor de la Defensa, Almirante Moreno Barbera, hizo unas declaraciones ampliamente recogidas en la prensa. Venía a decir que las Fuerzas Armadas estaban listas para poner sus capacidades al servicio del gobierno en cuanto le fueran requeridas. Se le echó toda la progresía encima liderada por un conocido diario. Que si queríamos volver a militarizar España. Que ya se vislumbraban a los soldados dando patadas a las puertas e invadiendo la privacidad de los hogares… Aquello quedó en un impass.
Sin embargo, la lógica de los hechos se impuso apenas unos meses después, con ocasión de la cumbre Jefes de Estado de la Unión Europea celebrada en Barcelona. Para hacer frente a esa nueva amenaza cuya realidad se hizo patente con el desmoronamiento de las torres Gemelas, hubo que blindar los espacios aéreos y marítimos alrededor de la ciudad.

Algunos años después, tras los salvajes atentados del 11 de Marzo de 2004 en Madrid, la contribución de las Fuerzas Armadas a la lucha antiterrorista se hizo más patente y visible. Se le encargaron de custodiar algunos “puntos sensibles” muchos de ellos en espacios públicos y urbanos, liberando de esta manera efectivos de la Policía y Guardia Civil para emplearlos en tareas más acordes con su especialización. De forma análoga, las fuerzas Armadas, además de proporcionar seguridad, protección (y reacción) en los espacios marítimos y aéreos en los que solo ellas tienen medios para realizarlos, han aportado capacidades en otras operaciones como en la custodia de las vías ferroviarias de alta velocidad

Una de las capacidades que se requieren de nuestras unidades en misiones en el exterior es “anti riot” (intervención antidisturbios) como se ha dado el caso en Kosovo y Afganistán entre otros escenarios. Para ello las unidades afectadas han de ser instruidas y adiestradas en este tipo de intervenciones antes de ser desplegadas. Resulta paradójico que se prescinda de muchas de las capacidades que nuestras unidades pueden aportar dentro del territorio nacional, sumándolas así al conjunto del esfuerzo nacional.
Porque si recuerdan el primer párrafo con el que comencé esta reflexión y están de acuerdo con él, me permito recordarles que contiene la definición que, la Ley Orgánica 6/80 de criterios Básicos de la Defensa Nacional y de la Organización Militar, daba sobre la primera: “la disposición integración y acción coordinada de todas las energías y fuerzas morales y materiales de la Nación ante cualquier forma de agresión, debiendo todos los españoles participar en logro de tal fin.” Cito esta LO, aun cuando ha sido derogada por la actual LO 5/2005, ya que ésta última no aporta definición alguna de Defensa Nacional.


Adolfo Coloma
General de Brigada (R.) del ET
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