lunes, 22 de junio de 2015

EL SABADO LEGIONARIO. ORIGEN Y SIGNIFICADO (General de Brigada Adolfo Coloma Contreras)


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EL SABADO LEGIONARIO. ORIGEN Y SIGNIFICADO (General de Brigada Adolfo Coloma Contreras)


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El viejo Cuartel del Tercio 1º en Tahuima

Hoy en día, las paradas y formaciones que realizan las unidades del Ejército Español, y aun de la Armada y Ejército del Aire, son muy similares. Tienen una parte dedicada al motivo del acto en sí, se suelen aprovechar para imponer condecoraciones y finalizan con un acto de homenaje a los caídos. En realidad este formato tiene su origen en la liturgia legionaria, por eso cuando es una unidad de La Legión la que realiza la parada, especialmente en sábados, se le suele llamar “Sábado Legionario”. Su origen no es muy conocido y su significado es bastante más amplio que una simple formación. En efecto, para buscar su origen, hemos de remontarnos a mediados de los años cuarenta. El 1º Tercio de La Legión se hallaba acuartelado en el que sería un cuartel modelo, en Tahuima, al sur de Nador, en lo que entonces era el Protectorado Español en Marruecos. 

Para la construcción del patio de armas del acuartelamiento, el coronel Jefe del Tercio, Alberto Serrano Montaner, ordenó que se explanase una amplia zona, lo que se hizo a pico y pala por los legionarios, contando con alguna ayuda de las máquinas de la Compañía de Minas del Rif. Apareció por un ángulo una pequeña grieta que, al ir profundizando en la explanación, se fue transformado en una pequeña gruta.

Reunió el coronel a los jefes del Tercio para consultarles sobre el uso potencial que se lo podría dar a la cueva. Entre otras propuestas, sobresalió en seguida la del comandante legionario Domingo Piris Berrocal, que sugirió dedicar la gruta a la memoria de los legionarios muertos en combate. Y así se hizo, colocando una llama en el interior que permanecía siempre encendida. Al saberlo el general Millán Astray, fundador de La Legión, ordenó que se enterrase junto a la llama el ojo que le enucleó una bala en el combate de Loma Redonda y allí permaneció hasta la evacuación del cuartel tras la independencia de Marruecos.

Por aquel entonces, era lo habitual que la semana laboral se prolongase hasta el sábado por la mañana. Por eso, tras la revista de organización del Tercio, que presidía su coronel, con todas sus unidades formadas en parada, los guiones de las banderas (que así se denominan las unidades tipo batallón en La legión) y los banderines de las compañías, se desplazaban ante la gruta, constituida ya en “Rincón de los muertos” donde, inclinando las astas de guiones y banderines, rendían honor a los muertos de La Legión. Ya conocen sin duda los amables lectores de este blog el culto que en la Legión se rinde a la muerte.

Pero el sábado legionario en su origen – y debo decir que así lo conocí yo en los años 70 y así lo he vivido cuando muchos años después, tuve la fortuna y el honor de mandar el 1º Tercio de la Legión, reunido ya en el Acuartelamiento de Cabrerizas altas en Melilla – era mucho más que una parada militar y un discurso del coronel a sus legionarios. Era sobre todo una jornada de convivencia de todos los mandos del Tercio con sus legionarios.

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Combate de boxeo por “cuestiones personales”.

Comenzaba la jornada con deportes varios, entre los que sobresalía la práctica del boxeo. Pero era un boxeo especial, una suerte de “combates por cuestiones personales” en los que los legionarios (y algún que otro mando) dirimían sus diferencias personales sin sujeción a las reglas del Marqués de Queensberry. No eran extrañas las apuestas. Se apostaba dinero o cualquier cosa: tabaco, un anillo o alguna prenda de vestir. Pero lo que importaba era el prestigio de la unidad por la que apostaba uno más de lo que tenía. 

Finalizados los deportes, los legionarios se dedicaban a la limpieza de las áreas asignadas por unidades, mientras los cuadros de mando, preparaban las actividades de la semana siguiente, si no se había organizado alguna conferencia o junta económica para la administración de los fondos de la Unidad. Al acabar estas actividades, y previa revista de inspección por los mandos respectivos, se preparaban las unidades para la formación.

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Ejercicio de Instrucción de Combate durante una Parada del Tercio 3º en Fuerteventura

La formación del Tercio constituía sin duda el centro de todas aquellas actividades, y las que describo después, que en su conjunto, constituían el “Sábado Legionario” Era la ocasión que disponía el coronel para comprobar el estado de instrucción, policía de sus unidades. Por eso no era extraño que la formación la mandara a viva voz el propio coronel, incluso algunos movimientos de armas en orden cerrado. En el 3º Tercio, por ejemplo, alguna unidad realizaba una tabla completa de movimientos de combate y esgrima de fusil. 

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Monumento a los muertos de la Legión en El Aaiun

Un momento singular de aquella formaciones era la arenga, o alocución, que pronunciaba el coronel, dirigida a sus legionarios en las que les felicitaba por las cosas que iban bien y les demandaba los aspectos que habían de mejorar. Nada sabía mejor para un legionario que oír mencionar a su compañía – para bien – ante el resto de las formadas en el patio de armas. Finalizaba la parada con la rendición de honores a los muertos precedida del inequívoco toque del cornetín de órdenes que ponía a todos los bellos como escarpias. Seguían los guiones y banderines inclinándose en homenaje a todos aquello que habían rendido el supremo esfuerzo de sus vidas. Tras despejar el patio de armas por la formación, se procedía al desfile de toda la unidad ante el coronel o ante la autoridad que presidiera la parada. 

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Al final de una comida legionaria

Pero no acababa ahí la cosa porque después de dejar el armamento en respectivas compañías, se dirigían todos juntos al comedor. Allí mezclados los mandos con los legionarios, comía el capitán con su conductor y el enlace radio, los sargentos, con su pelotón, todos compartiendo mesa y el rancho del día. Era una auténtica “comida de hermandad” en todo el sentido de la palabra, regada con vino naturalmente, por lo que no era extraño que ya a los postres, surgiese algún espontaneo que pusiera música a la alegría y entonces, todo se desbordaba. Los de esta compañía cantaban el “como a nadie le importa el sufrimiento…” más fuerte que el escuadrón aquel que respondía con el “pobrecitos maridos infelices”. Así los legionarios con sus oficiales se hermanaban compartiendo penas y alegrías, “la grava y la pañi”, pero de una manera inefable todo es interrumpía cuando el cornetín de ordenes rasgaba el aire con la contraseña legión. Entonces el coronel brindaba con todos sus legionarios con un vaso de leche de pantera con lo que se daba por finalizada la comida de hermandad. 

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Rincón de los muertos en Mostar Este

Donde quiera que haya ido una unidad legionaria. Marruecos, el Sahara, Melilla o Ceuta, los Balcanes, Irak o Afganistán, Congo o Malí; donde se halle cualquier Unidad legionaria por pequeña que esta sea, se las ingeniarán para preparar su particular “Rincón de los muertos” a los que recordarán, inclinando sus guiones y banderines. 

Tengo que reconocer que, hoy en día, con las apreturas que tienen los programas de instrucción semanales y teniendo en cuenta que la semana se suele finalizar el viernes a la hora de comer, todo el ritual que les he descrito varía considerablemente. Por eso les decía al principio que el término “Sábado Legionario” prácticamente se equipara con una formación y tal vez una copa de vino al finalizar, pero ya han visto que su significado es mucho más profundo que eso, supone una jornada completa de actividades, demostraciones y de convivencia del coronel y todos los mandos del tercio con los legionarios. Y Con todos los matices que se quiera, estos son el origen y el sentido de los sábados legionarios.

En cualquier caso, las formaciones legionarias siempre están presididas por la imagen del Cristo de la Buena Muerte, que es portado por los legionarios antes de la formación para entronizarlo, haciendo buenas las palabras de aquel viejo poeta legionario: con cristo

Los legionarios llevamos en pos

este lema y esta fe

de rodillas, ante Dios

ante los hombres, de pie

Adolfo Coloma Contreras

General de Brigada (R) del Ejercito

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