martes, 30 de junio de 2015

LA CONDICION FÍSICA DEL MILITAR (General de Brigada Adolfo Coloma Contreras)

LA CONDICION FÍSICA DEL MILITAR (General de Brigada Adolfo Coloma Contreras)



Militares-Tierra-realizando-prueba-unidad_ECDIMA20150223_0021_16Cuando nos reunimos militares de mi generación, pongamos entre los 50 y 75 años, es frecuente en nuestras conversaciones oír que somos la generación de los idiomas y de internet. En efecto, en la continua y amplia formación académica y la posterior formación en cursos de perfeccionamiento y capacitación nadie nos ha ayudado con tan importantes herramientas para desenvolvernos en el mundo actual. Lo hemos tenido que aprender “a pedalillo” en realidad, como muchos de los españoles de a pie, pero que no están sometidos a tan continua actualización de sus conocimientos. Sin embargo, a mi me gusta añadir en tales conversaciones – y tambien de las PAEF- aludiendo a la “Prueba Anual de Evaluación física”(PAEF) hoy en día sustituida por el “Test General de la condición Física” (TGCF).
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PAEF: Carrera 6/8 Kms.
En efecto, estaremos de acuerdo con ello o no. Nos podrá gustar más o menos. Pero no podemos negar que esta cita anual con un sencillo test en el que se nos evalúa nuestra condición física ha contribuido considerablemente a elevar las aptitudes físicas de los militares, y por ende, de las unidades y del Ejército en su conjunto. 
Nuestra vieja doctrina, definía las cualidades del militar en tres categorías: intelectuales, morales y físicas. ¿Cómo hemos propiciado estas últimas?
Remontémonos 30 años atrás. ¿Qué suponía la educación físico militar en las unidades? Pues exceptuando honrosos ejemplos, era impartida por el oficial de semana ¡con trinchas! Y poco más. A los oficiales y suboficiales no se nos requería ninguna medida de nuestra condición física, que se dejaba al libre albedrío y buen hacer de cada cual. Vamos, que era un poco aquello de “lo que le dicte su espíritu y honor”.
Fue en la década de los 80, cuando impulsado por el propio Jefe de Estado Mayor del Ejército y contando con el tesón de oficiales como el TCOL José Coldefors, se definió, se articuló y se impuso un sencillo test para valorar individualmente las capacidades físicas de los cuadros de Mandos. Eran cuatro sencilla pruebas que valoraban la velocidad, la potencia del tren inferior y superior y la resistencia. Lo suficiente para que el paisaje del cuartel se poblase de cuadros de mando vestidos con indumentaria deportiva, que poco a poco se fue unificando para llegar a constituirse en signos de identidad de la unidad.
Par muchos, era tal vez la oportunidad de demostrar su buena forma física, olvidando que tales pruebas estaban diseñadas para medir la condición física resultado del ejercicio moderado y continuado a lo largo del año. Esto dio lugar, no hemos de olvidarlo a más de una lesión e incluso, en casos muy excepcionales, a alguna consecuencia fatal. Fue el precio que tuvimos de pagar por conseguir un elenco de cuadros de mando, más en forma en una época a la que a los soldados de reemplazo, sin exigirles ninguna condición previa, les sometíamos a un considerable entrenamiento haciéndoles superar en breve espacio de tiempo duras pruebas: tablas de aplicación físico militar, pistas de aplicación etc.
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El gimnasio de cualquier unidad militar
Esto ha propiciado que, en la actualidad, hayan proliferado y mejorado considerablemente el equipamiento de los gimnasios de los cuarteles, y lo que es más, su utilización día a día estimulada por la presencia de los cuadros de mando, oficiales y suboficiales. Es más, en muchas unidades, comienzan las actividades de la jornada por una formación, presidida `por su coronel, e incluso por su general …. En uniformidad deportiva. ¡Quién lo hubiera dicho unos años atrás! 
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TGCF: Prueba de agilidad
Con la experiencia adquirida a lo largo de estos años, el esquema de las antiguas PAEF, ha evolucionando hacia el Test General de la condición física (TGCF) más adaptado a la inclusión de las mujer en las FAS, y a paliar, en cierta medida los inconvenientes que para los de mi edad, tenía la prueba de velocidad pura. Con todo, la prueba que los sustituía, ha sido suprimida para mayores de 45 años. 
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Un Batallón realizando la prueba de Unidad
Pero no solo eso. Recientemente, se ha diseñado una prueba de unidad: una marcha colectiva de 10 km, con equipo ligero (20 kg) que las unidades han de realizar en un tiempo máximo de 90 minutos. 
Sin duda todas estas cosas han contribuido mejorar la condición física individual y colectiva del Ejército. Eso no ha debe significar que todo está hecho, ni mucho menos. Por ejemplo, a mis años echo muchísimo en falta que una profesión, la militar, que hace del “valor” un valor de la propia profesión, -Vds. ya me entienden- apenas hay actividades físicas que estimulen esta condición. Si descontamos algunos cursos, como el de operaciones especiales, el de montaña o el de paracaidistas, y a la práctica en determinadas unidades de las actividades que comportan ¿Qué otras actividades físicas se orientan a fomentar el valor, la superación de los miedos propios? Antes teníamos, al menos en las academias la equitación, que te acostumbraba a dominar al noble bruto haciéndole ir por donde tu voluntad le exigía en contra de su propio instinto de conservación. O prácticas deportivas como el salto del plinto, o del caballo, que te obligaba a superar tus limitaciones físicas frente a los demás, O la pista de aplicación físico militar, no la pista de pentalón, que no deja de ser una fuente de lesiones, sino aquella pista, de obstáculos combinados, que te obligaba a superar uno tras otro y enfrentarte, al final a la simbólica presencia de un “tanque”.
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Combate cuerpo a cuerpo
Hay un buen número de deportes muy indicados para preparar, desde el punto de vista físico, estas condiciones tan necesarias. Desde los deportes de contacto, en particular los de lucha – un soldado debe estar acostumbrado a golpear y encajar, a dar y a recibir – pasando por la carrera de orientación. Un deporte que se practica muy en contacto con la naturaleza, y que enseña al corredor a tomar decisiones bajo presión ¿Por dónde ir?, ¿cómo acometer la baliza?, pasando por deportes de equipo, en los que se practica que el resultado final es muy superior a la suma de las individualidades, sin olvidar otros deportes como el tiro, las marchas,
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Ejercitando el valor
Lo que no se ensaya, no sale bien. Este es un axioma en operaciones especiales, que si lo extendemos al conjunto del ejercito es algo así como preguntarnos  ¿Qué se hace pora desarrollar “el valor” desde su componente física, una de las tres patas a las que antes aludía al señalar la condición del militar.
General de Brigada (R)   Adolfo Coloma Contreras

La maldición de la tumba de Hernán Cortés: el padre olvidado por México

España

César Cervera / Madrid

Día 30/06/2015 - 02.40h

Los Reyes de España viajan a México esta semana pero, como es habitual y para evitar la controversia, no tienen previsto visitar la remota iglesia donde permanece enterrado el español más importante en la historia del país americano

No se trata de ninguna clase de maldición azteca. No hubo como en el sarcófago egipcio de Tutankamon una inexplicable cadena de muertes. La maldición de Hernán Cortés es la un país que no sabe cómo tratar a un personaje histórico que participó decisivamente en la fundación de lo que hoy es México, pero que es recordado como uno de los mayores villanos de su historia. Y mientras el país sigue debatiendo qué hacer con su legado, la tumba del conquistador español permanece semioculta tras ser víctima de una intensa persecución en el pasado.
Tras sus éxitos militares en el nuevo continente, Hernán Cortés se cuidó de regresar a Castilla a dar cuenta de sus éxitos a Carlos I de España. La relación fue durante un tiempo cordial con el Rey, pero con el tiempo Cortés pasó a engrosar contra su voluntad la lista de nobles que merodeaban la Corte mendigando por cargos y prebendas. El extremeño, no obstante, se consideraba merecedor de reconocimientos sin necesidad de estar reclamando favores. «¿Es que su Majestad no tiene noticia de ello o es que no tiene memoria?», escribió Hernán Cortés, sin pelos en la lengua, ante las promesas incumplidas del Monarca. Para los europeos, los méritos en América sonaban a poca cosa y no requerían tanta atención. Así y todo, le concedió un botín considerable –extensas tierras, el cargo de capitán y el hábito de la Orden de Santiago–, acaso insuficiente a ojos de Cortés.

La muerte le alcanza cuando su fortuna decaía

El empeoramiento de su relación con Carlos I no evitó que en 1541 el conquistar español fuera uno de los primeros en acudir a la llamada del Rey para realizar una incursión contra Argel, un importante nido de la piratería berberisca. Sin embargo, Cortés fue ninguneado por el Rey y el resto de mandos y la campaña resultó un completo desastre. El repliegue no fue menos desastroso. Hubo que echar al agua a los caballos para hacer sitio a toda la gente naufragada en el proceso, entre ellos a Cortés y a sus hijos. Agotado y enfermo por el viaje, Hernán Cortés nunca recuperó completamente las fuerzas perdidas en la que fue su última expedición guerrera. Además, el extremeño extravió la enorme fortuna que portaba en su barco naufragado, 100.000 ducados en oro y esmeraldas. En los siguientes años se estableció en Valladolid, donde retomó su actividad empresarial y se arropó de un ambiente humanista. Allí observó impotente como sus protestas al Emperador eran sepultadas una y otra vez por las intrigas de la Corte. A finales de 1545, el conquistador se trasladó a Sevilla con la intención de viajar una vez más a México, quizás con el sueño de acabar sus días allí.
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Casa-palacio donde falleció Hernán Cortés, en Castilleja de la Cuesta
Hasta el final, Cortés reclamó sin éxito al Emperador nuevas ventajas por sus méritos militares, pero a esas alturas los tesoros de Pizarro eclipsaban a los traídos por el conquistador de México en el pasado. La fama de Cortés estaba en caída libre cuando, tras dos años en Sevilla planeando su regreso a la Nueva España, murió víctima de la disentería. El extremeño falleció en Castilleja de la Cuesta, provincia de Sevilla, el 2 de diciembre de 1547 de un ataque de pleuresía a la edad de 62 años. Su testamento estipulaba que fuera enterrado en México, aunque de forma provisional quedó en el panteón familiar de los duques de Medina-Sidonia, que habían velado por su bienestar en su etapa final.
En 1562, dos de los hijos de Cortés, Martín –nuevo marqués del Valle, y Martín –el hijo que tuvo con la interprete nativa doña Marina– llevaron los restos de su padre a México y le dieron sepultura en San Francisco de Texcoco. Comenzó entonces el largo peregrinaje de sus restos por la geografía mexicana. En 1629, quedó en una iglesia de Ciudad de México y luego, en 1794, en una fundación religiosa de la misma ciudad. Este nuevo traslado obedecía al interés del virrey, Conde de Revillagigedo, por dar un mausoleo más pudiente al héroe hispánico a costa del dinero de personajes influyentes de la ciudad.
Wikipedia
Mural de Diego Rivera en el Palacio Nacional de Mexico
Pero la independencia de México cambió radicalmente la imagen que tenía el país sobre Cortés. El extremeño tornó a ser el representante de la crueldad y la represión que destruyó la civilización azteca, e incluso fue tildado como genocida. A diferencia de otros países como Colombia que sí conservó el culto a Benalcázar o Ecuador con Orellana –en un intento de dar sentido histórico a sus países–, la oposición a Cortés se mantuvo firmemente enraizada hasta el punto de que en la actualidad no hay ninguna estatua de cuerpo entero del conquistador en todo el país. No en vano, los murales del artista mexicano Diego Rivera, pintados entre 1923 y 1928, recogen el sentimiento dominante sobre la figura del conquistador. Así, Cortés es una criatura encorvada y llena de deformidades que tiene el oro como única motivación.

La ubicación fue desconocida durante 110 años

Poco después de la independencia, empezaron a correr pasquines que incitaban al pueblo a destruir el sepulcro. Previniendo la inminente profanación, las autoridades eclesiásticas decidieron desmontar el mausoleo y ocultar los huesos. En la noche del 15 de septiembre de 1823, los huesos fueron trasladados de forma clandestina a la tarima del altar del Hospital de Jesús y el busto y escudo que decoraban el mausoleo fueron enviados a la ciudad siciliana de Palermo. Trece años después, los restos cambiaron su ubicación a un nicho todavía más oculto, donde permanecieron en el olvido durante 110 años. Su ubicación exacta fue remitida a la Embajada de España a través de un documento que fue perdido y luego recuperado en 1946 por investigadores del Colegio de México, quienes asumieron la aventura de buscar los restos ocultos. El domingo 24 de noviembre de 1946 hallaron los huesos y los confiaron al Instituto Nacional de Antropología e Historia.
ABC
Placa conmemorativa del primer encuentro entre Cortés y Moctezuma
El 9 de julio de 1947, tras un estudio de los huesos, Cortés fue enterrado de nuevo en la iglesia Hospital de Jesús con una placa de bronce y el escudo de armas de su linaje. La única estatua de Cortés erigida en territorio mexicano permanece junto a esta humilde tumba, cuya existencia se guarda de forma discreta en un país que, en su mayor parte, sigue sin asumir el papel que jugó el conquistador en su fundación. Tampoco su otro país, el que le vio nacer, hace mucho por defender su figura.

lunes, 29 de junio de 2015

!Y ASÍ NOS VÁ! Por Arturo Perez Reverte




Los americanos tienen El Álamo, Gettysburg,
Los franceses Alesia.
Los judíos, Masada.
Los griegos, el Paso de las Termopilas.
Los alemanes, los bosques de Teutoburgo.
Los ingleses, Trafalgar.
Los portugueses, Aljubarrota
Los rusos, Stalingrado.
Hasta los zulúes tienen algo... Insaldwana

Y los españoles, debido a los traidores por un lado y los cobardes por otro, no tenemos...

Las Navas de Tolosa, por insidiosa
La Batalla del Ebro, por fascista
Lepanto, por intolerante
Tenochtitlán, por genocida
Bailén, por retrógrado
Amberes, Breda, Northlinghen, por no herir sensibilidades
Villaviciosa, por no plural
¿Sigo?

Y un montón de ineptos, embusteros, interesados, desgraciados, chusma, incultos, maricomplejines,... traidores y cobardes (insisto) que han dirigido, dirigen y dirigirán las mentes... de los que se dejen, de esta gran nación que es España.

Cuando paso cerca de Despeñaperros (sitio donde se despeñaron miles de perros invasores e impositores de sus ideas (políticas, religiosas, filosóficas, ... ....), siempre salgo despotricando que no haya nada allí para conmemorar algo tan importante, tan épico, tan cristiano.

He estado en Normandía, y estuvimos cuatro días viendo museos, cementerios, edificios históricos de la batalla de Normandía, en Estados Unidos de cualquier escaramuza sin importancia hacen un centro histórico con museo incluido, y aquí tenemos el 800 aniversario de lo que considero la batalla más importante de la historia de Europa (osea del mundo) y no hacemos nada

....Ya ni siquiera se estudia en los colegios, creo. Moros y cristianos degollándose, nada menos. Carnicería sangrienta. Ese medioevo fascista, etcétera. Pero es posible que, gracias a aquello,... mi hija no lleve hoy velo cuando sale a la calle.

Ocurrió hace ocho siglos, cuando tres reyes españoles dieron, hombro con hombro, una carga de caballería que cambió la historia de Europa. El próximo 16 de julio se cumple el 803 aniversario de aquel lunes del año 1212 en que el ejército almohade del Miramamolín Al Nasir, un ultra radical islámico que había jurado plantar la media luna en Roma, fue destrozado por los cristianos cerca de Despeñaperros.

Tras proclamar la yihad -seguro que el término les suena- contra los infieles, Al Nasir había cruzado con su ejército el estrecho de Gibraltar, resuelto a reconquistar para el Islam la España cristiana e invadir una Europa -también esto les suena, imagino debilitada e indecisa.

Los paró un rey castellano, Alfonso VIII. Consciente de que en España al enemigo pocas veces lo tienes enfrente, hizo que el papa de Roma proclamase aquello cruzada contra los sarracenos, para evitar que, mientras guerreaba contra el moro, los reyes de Navarra y de León, adversarios suyos, le jugaran la del chino, atacándolo por la espalda.

Resumiendo mucho la cosa, diremos que Alfonso de Castilla consiguió reunir en el campo de batalla a unos 27.000 hombres, entre los que se contaban algunos voluntarios extranjeros, sobre todo franceses, y los duros monjes soldados de las órdenes militares españolas. Núcleo principal eran las milicias concejiles castellanas -tropas populares, para entendernos- y 8.500 catalanes y aragoneses traídos por el rey Pedro II de Aragón; que, como gentil caballero que era, acudió a socorrer a su vecino y colega. A última hora, a regañadientes y por no quedar mal, Sancho VII de Navarra se presentó con una reducida peña de doscientos jinetes -Alfonso IX de León se quedó en casa-.

Por su parte, Al Nasir alineó casi 60.000 guerreros entre soldados norteafricanos, tropas andalusíes y un nutrido contingente de voluntarios fanáticos de poco valor militar y escasa disciplina: chusma a la que el rey moro, resuelto a facilitar su viaje al anhelado paraíso de las huríes, colocó en primera fila para que se comieran el primer marrón, haciendo allí de carne de lanza.

La escabechina, muy propia de aquel tiempo feroz, hizo época. En el cerro de los Olivares, cerca de Santa Elena, los cristianos dieron el asalto ladera arriba bajo una lluvia de flechas de los temibles arcos almohades, intentando alcanzar el palenque fortificado donde Al Nasir, que sentado sobre un escudo leía el Corán, o hacía el paripé de leerlo -imagino que tendría otras cosas en la cabeza-, había plantado su famosa tienda roja. La vanguardia cristiana, mandada por el vasco Diego López de Haro, con jinetes e infantes castellanos, aragoneses y navarros, deshizo la primera línea enemiga y quedó frenada en sangriento combate con la segunda.

Milicias como la de Madrid fueron casi aniquiladas tras luchar igual que leones de la Metro Goldwyn Mayer. Atacó entonces la segunda oleada, con los veteranos caballeros de las órdenes militares como núcleo duro, sin lograr romper tampoco la resistencia moruna. La situación empezaba a ser crítica para los nuestros -porque sintiéndolo mucho, señor presidente, allí los cristianos eran los nuestros-; que, imposibilitados de maniobrar, ya no peleaban por la victoria, sino por la vida.

Junto a López de Haro, a quien sólo quedaban cuarenta jinetes de sus quinientos, los caballeros templarios, calatravos y santiaguistas, revueltos con amigos y enemigos, se batían como gato panza arriba. Fue entonces cuando Alfonso VIII, visto el panorama, desenvainó la espada, hizo ondear su pendón, se puso al frente de la línea de reserva, tragó saliva y volviéndose al arzobispo Jiménez de Rada gritó: «Aquí, señor obispo, morimos todos». Luego, picando espuelas, cabalgó hacia el enemigo. Los reyes de Aragón y de Navarra, viendo a su colega, hicieron lo mismo. Con vergüenza torera y un par de huevos, ondearon sus pendones y fueron a la carga espada en mano.

El resto es Historia: tres reyes españoles cabalgando juntos por las lomas de Las Navas, con la exhausta infantería gritando de entusiasmo mientras abría sus filas para dejarles paso. Y el combate final en torno al palenque, con la huida de Al Nasir, el degüello y la victoria.

¿Imaginan la película?... ¿Imaginan ese material en manos de ingleses, o norteamericanos?.. Supongo que sí. Pero tengan la certeza de que, en este país imbécil, acomplejado de sí mismo, gobernado por políticos aún más imbéciles carentes de toda identidad... no la rodará ninguna televisión, ni la subvencionará jamás ningún ministerio de Educación, ni de Cultura, porque aquí no habría despelote ni mariconeo, sino gente real que por amar a su tierra luchaban a morir.

¡Ojo!  ¡Importante!

Tardamos 8 SIGLOS, o sea, ¡¡800 AÑOS!! en echarles de la península, nuestra tierra! Fue por nuestra desunión, porque España la formaban distintos reinos y no uno solo. Combatíamos entre nosotros  -como ahora con las 17 autonomías innecesarias- y no tuvimos un solo Rey, una sola nación, un único mando militar para expulsarles, de eso se aprovecharon durante ¡8 siglos! y ellos, los de la media luna sí que lo recuerdan, por eso se aprovechan, de nuestra actual desunión, para una segunda invasión silenciosa... bajo la permisividad de políticos de bajo perfil, acomplejados, miedosos de llamar las cosas por su nombre..., nada que ver con aquellos valerosos guerreros cristianos que combatieron y derramaron su sangre ¡para.... nada!

Ellos recuerdan nuestra desunión, la misma que tenemos ahora y que muchos políticos fomentan. Y ellos lo saben... y de paso, se frotan las manos, se ríen y se aprovechan para su segunda invasión...

Nosotros hemos olvidado la historia, pero ellos no.... mal asunto.

Durante mucho tiempo fui todo lo que pude... ahora soy todo lo que quiero.

Arturo Pérez Reverte.

General Álava: la increíble historia del vasco que batalló por España en Trafalgar y Waterloo


 

ESTEBAN VILLAREJO/MANUEL P. VILLATORO Villarejo / MADRID

Día 17/06/2015 - 22.39h

Este vitoriano combatió junto al duque Wellington en la contienda que acabaría con las ideas expansionistas de Napoleón

Un español, vitoriano vasco, tuvo el alto honor en la Historia Militar de batallar como oficial en las dos contiendas que marcarían el devenir de la Europa del siglo XIX: Trafalgar (1805) y Waterloo (1815). De las atlánticas aguas frente a las costas gaditanas, al «plateau» de Mont St. Jean de la Brabante valona. En medio, su liderazgo en plazas como Ciudad Rodrigo o Vitoria en la Guerra de Independencia que la nación española protagonizó contra el bonapartismo. En su haber, la profunda amistad que trabó con Sir Arthur Wellesley, Duque de Wellington.

Fue él. General Álava. Ni napoleones ni wellingtons: ni soldado alguno de sus huestes. Fue él, Miguel Ricardo de Álava y Esquivel (Vitoria, 1772-Barèges, Francia, 1843): capitán de corbeta y segundo comandante del tres puentes «Príncipe de Asturias» en Trafalgar (la batalla que ahogó el poder marítimo a la Francia napoleónica, «aliada» de España) y «mano derecha» del Duque de Wellington en la batalla que daría definitivamente con los huesos del «pequeño corso» en la lejana isla de Santa Elena.

El General Álava procedía de una familia noble y militar de toda la vida. Su tío era el insigne Ignacio María de Álava, segundo al mando de la Marina española en la batalla de Trafalgar donde comandó el «Santa Ana» y a la postre Capitán General de la Armada.

«Desde los seis años y durante once más recibió una educación no ya primorosa, sino inusitada para los tiempos que corrían, en el Real Seminario Bascongado de Vitoria; gracias a eso hablaba con gran corrección inglés y francés, así como dominaba las matemáticas y la física, todo lo cual le sería muy necesario para su prevista carrera de marino de guerra», explica el escritor Ildefonso Arenas con quien recorremos la figura de este militar y diplomático español. Arenas esboza su desconocida figura en «Álava en Waterloo» (Ed. Edhasa), novela histórica que será publicada a finales de este mes.

En Trafalgar hizo valer su arrojo al evitar que un buque fuera capturado

A los nueve años Miguel Ricardo de Álava ingresó como cadete en el regimiento de Infantería de Sevilla, el cual lo mandaba otro de sus tíos, José. Tras su paso por el Ejército, el entonces subteniente Álava, de 17 años, ingresó en la Marina a la cual serviría (como sus tíos Luis e Ignacio) recibiendo su primer grado naval, el de guardiamarina.

Múltiples fueron las escaramuzas y batallas en las que participó el joven Álava contra Francia e Inglaterra, países que acosaban en el último tercio del siglo XVIII al viejo Imperio español. Ceuta, el sitio de Toulon e Italia fueron algunos de los escenarios donde sus navíos batallaron. Durante el lustro 1795-1800 se embarcaría junto a su querido tío Ignacio en una vuelta al mundo con Iberoamérica como principal punto de escalas, siendo apresado y posteriormente liberado por los ingleses en su rumbo de vuelta a España.

En 1805, el ya capitán de corbeta acudiría a la batalla de Trafalgar bajo las órdenes del mando de la flota española, Federico Gravina y Napoli. Eran momentos decisivos en una Europa que militarmente hablaba francés. «Su actuación durante la batalla fue sumamente distinguida, tanto que cabe atribuirle una parte significativa del mérito de salvar el buque de 112 cañones "Príncipe de Asturias" (pese a las 150 bajas registradas) y de que no fuera capturado por la fuerza de Sir Cuthbert Collingwood (el verdadero vencedor de Trafalgar). Esto se le reconoció como se reconocen los grandes méritos: dos semanas después fue ascendido a Capitán de Fragata; para los 33 años que tenía, todo un carrerón», recalca el escritor Ildefonso Arenas.

Con la flota franco-española derrotada y el inglés victorioso, España se ve sumida tres años más tarde en una guerra de guerrillas contra el bonapartismo encarnado en la figura del hermano del Sire, José I Bonaparte. Es la Guerra de la Independencia, la Guerra del Francés, precisamente aquella contienda a la que muchos historiadores atribuyen como el origen de la nación española entendida hasta nuestros días en su denominación más popular. ¡Viva la Pepa!

Es en ese momento cuando este vasco alavés, ya retirado del servicio militar y aposentado en sus fincas de la provincia de Álava con el recuerdo del azul y sangre de Trafalgar en su mirada (era diputado «del Común» por su provincia, lo que hoy equivaldría a «defensor del pueblo»), regresa a la llamada del deber patrio... aunque en un principio parece aceptar a José I Bonaparte, llegando a ser incluso representante de la Marina de Guerra en la Junta que elaboró la Constitución de Bayona y que otorgó la Corona de España al hermano de Napoleón. Tampoco se opuso a la derogación de los históricos fueros vascos.

Parecía que las Juntas Generales de Álava aceptaban así a José I, pero finalmente no fue así. Es en este punto cuando Miguel de Álava parte clandestinamente hacia Madrid pare unirse al bando patriota. Calatayud, Tudela o Medellín fueron algunos de los escenarios que tuvieron a Álava en buena lid, bajos las órdenes del general Castaños y del Duque de Alburquerque.

Álava entró a las órdenes del Duque de Wellington... como traductor

A mediados de 1809, en esta guerra de guerrillas alguien pretende poner orden y concierto: el Duque de Wellington quien se halla en Portugal. Ahí es donde Álava cobra protagonismo para trasladarle las necesidades militares de los junteros. ¿El motivo? Muy simple: el idioma.

«Wellington vivía desesperado, porque no se entendía ni con la Junta de Extremadura, ni con la de Andalucía, ni con la Central, ni con las Cortes de Cádiz, ni con los comandantes de las divisiones españolas, ni con las innumerables partidas de guerrilleros. La principal razón de no entenderse era el idioma. Contaba como intérprete con un oficial irlandés de los Reales Ejércitos, O'Lawlor, que hablaba un castellano académico, pero con eso no bastaba para entenderse no ya con los abruptos acentos de sus nada cultos contrapartes, sino con la peculiar idiosincrasia de sus aliados españoles, los cuales, fieles a la filosofía nacional, iban cada uno a su bola», explica Ildefonso Arenas...Y en esto apareció Álava. Ya coronel.

Encuentro con Wellington

«A los dos días, como quien dice, Wellington apreció, asombrado, que allá donde participaba Álava cesaban los malentendidos, las grescas y las broncas, de modo que se quedó con él. Como además de hablar un exquisito inglés pertenecía a una clase social parecida a la suya (aristócratas de provincias no muy adinerados; sus modales y su educación, en consecuencia, eran similares), no tardaron en congeniar, de modo que no mucho después, hacia 1811, eran los mejores amigos del mundo. Una amistad que nunca se enfrió, pese a que Álava fue toda su vida un liberal convencido, mientras Wellington era un ultraconservador», destaca el autor de «Álava en Waterloo».

El Duque de Wellington eligió a Álava como su hombre de confianza para el sitio de Ciudad Rodrigo (1811). Más tarde proclamaría la Constitución de 1812 en Madrid. Herido en Dueñas, fue elegido diputado general de Álava. Participó en su tierra, Vitoria, en la batalla del 21 de junio de 1813 contra un José I que huía como alma que lleva el diablo .

 

El entonces mariscal Álava entró triunfante en su ciudad (en la plaza de la Virgen Blanca se recuerda su figura) evitando saqueos y desmanes para más tarde, siempre junto a Wellington, perseguir a los franceses más allá de los Pirineos. Fernando VII volvía a reinar en una nación que a partir de entonces empezaría a engendrar el mal llamado de «las dos Españas». Nada sería igual.

«Álava era un liberal convencido, pero no un exaltado defensor de la Pepa. De hecho, cuando en 1820 se rehabilitó la constitución Álava figuraba en el bando de los doceañistas (partidarios de aplicarla con sensatez y moderación), contrario a los veinteañistas (a cuyo lado los jacobinos de Robespierre habrían pasado por hermanitas de los pobres). Álava, que llegó a presidir las Cortes, jamás varió su postura en favor de la serenidad y la prudencia, lo cual le costó un par de exilios (además del principal, el de 1823 a 1833)».

Batalla de Waterloo

Pero volvamos al tablero de ajedrez que se había convertido la Europa de 1815. Napoléon había vuelto de su primer exilio en la isla de Elba y se propone restablecer la «grandeur» de Francia. Wellington requeriría de los servicios de Álava para la cita de Waterloo.

 

«A mediados de mayo de 1815 el Rey Fernando VII, a requerimiento de Wellington, ordenó a Álava, por entonces embajador en los Países Bajos con residencia en Bruselas, un par de cosas: (1), que le representase ante su exiliada majestad Luis XVIII, refugiado en Gante, y (2) que actuara como su comisionado (hoy se diría «agregado») en el Ejército del duque de Ciudad Rodrigo (Fernando VII siempre se refirió a Wellington como «duque de Ciudad Rodrigo»), cuyo nombre oficial era «Army of the Low Countries» y cuyo cuartel general también estaba en Bruselas. Álava, de hecho, llevaba haciendo eso mismo desde hace un mes, aunque por su cuenta y especulando con que Fernando VII acabaría por conceder lo que Wellington le pedía una y otra vez por medio del embajador en Madrid (su hermano Henry). Con eso Álava pasó a incorporarse de un modo oficial al reducido Estado Mayor de Wellington».

Aquí es de señalar que el ejército de Wellington difería bastante de los restantes ejércitos europeos, donde bajo el comandante supremo había un jefe de estado mayor y un intendente general. Wellington sólo tenía un intendente general («Quartermaster General»), que hasta el 1 de junio fue Sir Hudson Lowe (pasó a la historia como carcelero de Napoleón en Santa Elena) y desde ahí Sir William Howe de Lancey. «Ahora, si bien oficialmente no tenía un "jefe de estado mayor", extraoficialmente sí que lo tenía: Don Miguel de Álava», aclara el escritor Ildefonso Arenas.

Álava fue el Nº 2 del ejército de Wellington

Hay multitud de documentación, en su mayoría británica, que señala la presencia de Álava junto a Wellington ya en la noche previa a la batalla (la del 17 al 18 de junio de 1815), así como durante la misma y, cuando todo acabó, cenando solos en la posada Jean de Nivelles, Waterloo.

«Álava estuvo todo el tiempo junto a Wellington (y junto a Álava el capitán español Nicolás de Miniussir, su "aide-de-camp"; pese a que llegó a ser Mariscal de Campo de los Reales Ejércitos es otro gran desconocido de la historia), actuando como lo que de veras era hasta más o menos las cinco de la tarde; a esa hora De Lancey fue alcanzado por una bala de cañón y dejó de actuar como intendente general, pasando a ser sustituido por Álava. Aquí se debe tener en cuenta, por si alguien piensa que esto es una "licencia literaria", que Wellington inició la batalla con un "staff"' compuesto de un intendente general (De Lancey), un secretario militar (Lord FitzRoy Somerset), ocho "aides-de-camp" (Gordon, Canning, Lord March, Percy, Fremantle, Hill, Cathcart y el Prinz Nassau-Usingen) y cuatro "agregados" (Álava por España, Müffling por Prusia, Pozzo di Borgo por Rusia y Vincent por Austria); al acabar sólo quedaban él, Álava, Müffling y dos aides-de-camp, Percy y Fremantle».

«Álava no sólo hizo de intendente general accidental por ser el de mayor capacidad y experiencia, sino porque no quedaba en el "staff" de Wellington ningún oficial de suficiente "seniority" para poder desempeñar la función (Álava era todo un teniente general de los Reales Ejércitos; su graduación era equivalente a la de un "full general" inglés, y en la línea de Wellington sólo había uno de ese rango, Sir Rowland Hill, el cual, tras caer el Prins van Oranje, mandaba los Army Corps I y II; de ningún modo habría podido actuar de Quartermaster General», detalla con toda la minuciosidad posible nuestro experto en Don Miguel de Álava.

Así pues, «durante la segunda mitad de la batalla Álava fue el Nº 2 del ejército de Wellington. Nadie discutió su autoridad. Todo el mundo le sabía muy vinculado a Wellington y, por otra parte, allí, en el plateau de Mont St Jean, no hizo nada que no hubiera hecho dos años antes, el día de Vitoria».

Distinguido en el Reino Unido

Posteriormete Miguel de Álava fue embajador en Francia (1815, 1835), diputado por Álava (1821), presidente de las Cortes (1822), embajador en el Reino Unido de la Gran Bretaña e Irlanda (1834, 1838), senador (prócer) (1834, 1836), ministro de Marina (1835) y presidente del Consejo de Ministros (1835).

Entre sus múltiples condecoraciones y honores, Álava tuvo siempre a gala la de Caballero Comendador extraordinario de la Orden del Baño (10 de octubre de 1815), para premiar «mis servicios bajo las órdenes del Duque de Wellington durante la Guerra de España y también a mi conducta distinguida en la batalla de Waterloo». Aquella «Guerra de España» -la de Independencia, 1808-1814- en la que por una vez la nación llamada España se unió en una sola dirección.

4 preguntas para Ildefonso Arenas, autor de la novela «Álava en Waterloo»

E. VILLAREJO/M. P. VILLATORO

- La otra gran faceta del general Álava fue la de diplomático…

- Fue un maestro de la profesión. Embajador en el Reino de los Países Bajos, en Francia (dos veces) y en Inglaterra (dos veces). Siempre sin medios y sin dinero, y a pesar de todo consiguiendo resultados espectaculares para España sin más recursos que su inteligencia, su oficio y su fenomenal talento para las relaciones humanas. Si un solo ejemplo puede ilustrar su asombrosa profesionalidad fue el cierre del II Tratado de París (20-11-1815). En ese tratado se repartieron los 700 millones de francos que Francia pagaría como indemnización a la Séptima Coalición. Una coalición en la que España sólo aportó dos soldados, Álava y Miniussir (se alinearon 600.000). Pese a ello, y pese a que la representación española en la negociación del tratado estaba confiada al tristemente célebre Marqués de Labrador, el que tan lamentable papel desempeñó en el Congreso de Viena, Álava, a través de Wellington, consiguió levantar para España la octava suma por orden de importancia, 12,5 millones de francos (por delante de Baden y de Württemberg, que habían aportado 45.000 hombres entre las dos). Toda su vida fue un maestro inigualable en el divino arte de ir sin nada y llevarse la mano.

- ¿Qué importancia tiene el general Álava en la Historia de España?

- Hasta 1936 podría decirse que la tuvo, pero su fama de liberal ilustrado sospechoso de masón (nunca se demostró que lo fuera) le hizo quedar en la parte negra de la historia según ésta se interpretó durante la dictadura, y ahí sigue, para nuestra vergüenza.

- ¿Qué cualidades destacaría de su persona?

- Militar competente, valeroso y heroico, diplomático inigualable, parlamentario brillante, político honesto y de irreprochable rectitud personal, así como buen marido y aún mejor amigo. Además, y por si todo eso fuera poco, poseía un exquisito sentido del humor.

- Era vitoriano… ¿lo estudian hoy día en las ikastolas?

- Eso sí que no lo sé. Durante un tiempo de su vida fue Diputado General de Álava, y en su ciudad, Vitoria, se le venera por muy buenas razones (gracias a él los ingleses no la saquearon el 21 de junio de 1813, como pocas semanas después harían con San Sebastián), al punto que las dos únicas estatuas que le conozco están allí, en Vitoria, pero no estoy seguro de que todo eso sea mérito suficiente para ser estudiado en una ikastola. Quién sabe. Con suerte, podría ser que sí.

Defensa impulsa la alianza de Indra y Navantia con 130 millones

 

Morenés utiliza los pogramas para construir una fragata para reestructurar la industria militar


Simulación de la futura fragata F-110. / Cedida por Navantia
En la recta final de la legislatura, el Ministerio de Defensa se propone impulsar una amplia reestructuración de la industria militar española. La palanca serán los programas de I+D de la futura fragata F-110 y el vehículo de combate 8x8, por un importe global de 263,6 millones. El contratista principal del sistema de combate y comunicaciones de la fragata, dotado con 130 millones, será una UTE (Unión Temporal de Empresas) formada por Indra y Navantia Sistemas, embrión de un futuro grupo nacional de tecnología militar. Defensa quiere hacer de Sener el polo español de la industria europea de misiles.
“Vamos a reordenar el sector, hacer lo que han hecho británicos, franceses o italianos, con nuestras peculiaridades. ¿Cómo? No podemos obligar a que las empresas se fusionen, es una actividad privada, pero sí promover asociaciones a través de los programas que lanzamos”.
 
Las declaraciones a EL PAÍS del ministro de Defensa, Pedro Morenés, diseñan la hoja de ruta de la reestructuración de la industria militar española, excesivamente atomizada y con insuficiente músculo financiero, que el Gobierno pretende reforzar para que pueda competir con sus homólogas europeas. “Se trata de que, cuando llegue esa política común europea [de Defensa], pongamos sobre la mesa una industria con peso, para que podamos sentarnos en el Consejo de Administración y no quedarnos como meros subcontratistas”, añade Morenés.
La palanca de la reestructuración son los dos programas de I+D que, por 263,6 millones de euros, aprobó el pasado día 19 el Consejo de Ministros: la fragata F-110 y el Vehículo de Combate sobre Ruedas (VCR 8x8). No se trata todavía de adquirir las nuevas unidades (cinco fragatas y 350 vehículos en la primera serie) sino de financiar su desarrollo con fondos de Industria.
En el caso de la F-110 están previstos 13 programas tecnológicos por un total de 174,3 millones, que se agrupan en tres grandes bloques: electrónica y sistema de combate; sistemas de autodefensa y estudio de viabilidad. Aunque habrá muchos subcontratistas, el liderazgo corresponderá a Navantia, Indra y Sener.
La parte del león se la lleva el primer bloque, con más de 130 millones, cuyo contratista principal será una UTE entre Indra (responsable de diseñar el mástil integrado) y Navantia Sistemas.
La fusión entre la división de sistemas de combate del astillero público y la multinacional española de electrónica y comunicaciones es un proyecto del que se habla desde hace años.
La compra por parte de la SEPI del 20% de Indra que vendió Bankia, evitando que cayera en manos de un fondo buitre, o la sustitución al frente de la compañía de Javier Monzón (cuya sintonía con Defensa era escasa) por Fernando Abril-Martorell, podrían haber despejado los obstáculos, aunque de momento no se trate de una fusión, sino de una asociación, que obligue a poner en común sus capacidades.

Compra de tres aviones cisterna

M.G.
Defensa negocia con la empresa Airbus la compra de tres aviones cisterna A330-MRTT por más de 600 millones. Su función es sustituir a los Boeing 707 de reabastecimiento en vuelo, de los que ya solo queda uno en servicio, y reforzar la flota de transporte de personalidades, integrada por dos aviones A310, que han tenido múltiples averías.
La compra podría cerrarse en los próximos meses si se llega a un acuerdo para alargar los pagos del A400M. Defensa se ha comprometido a adquirir 27 unidades de este avión de transporte, pero ha reducido sus necesidades a 14, por lo que se propone revender el resto. Consciente de que este no es el mejor momento para encontrar comprador tras el accidente de mayo pasado en Sevilla, Defensa busca demorar las entregas, y también los pagos, de los 13 aparatos que le sobran. Así haría un hueco presupuestario para comprar los MRTT.
Otro programa que podría aprobarse antes de fin de año es la compra de dos aviones no tripulados de vigilancia (MALE), por unos 200 millones. Pugnan el contrato el modelo estadounidense Reaper y el israelí Heron TP.
En el segundo bloque, sistemas de autodefensa, el contratista principal será la empresa de ingeniería y tecnología Sener. Defensa confía en que ésta se acabe convirtiendo en el socio español de la compañía europea de misiles MBDA y polo de un sector nacional de misilística que nunca ha cuajado pese a las cuantiosas compras de los ejércitos.
El estudio de viabilidad de la F-110 lo hará Navantia, que analizará distintas opciones europeas y estadounidenses, manteniendo en parte el sistema de combate Aegis. Defensa quiere aprovechar esta oportunidad para dar un salto en autonomía tecnológica y que la próxima generación de fragatas (la F-120) sea genuinamente española.

Españolizar el 8x8

Respecto al vehículo de combate bautizado como VCR 8x8, dotado con 89,3 millones, los programas tecnológicos son ocho y los bloques, tres: plataformas, comunicaciones y guerra electrónica y grupo autopropulsor.
La opción preferida por Defensa pasa por una alianza entre General Dynamics, Indra y SAPA. Pero el primer paso será elegir la plataforma. Consciente de que no es rentable diseñar un vehículo de nueva planta, sino españolizar un modelo ya existente, Defensa tiene ya sobre la mesa las ofertas de la italiana Iveco-Oto Melara, la francesa Nexter, la finlandesa Patria y el consorcio alemán Artec, formado por HMF y Rheinmetall.
Ahora bien, el secretario de Estado de Defensa, Pedro Argüelles, ha advertido de que el adjudicatario debe tener la propiedad intelectual y la autoridad de diseño del vehículo, lo que permitiría modificarlo y exportarlo sin pedir autorización al fabricante original, como ha pasado con el carro de combate Leopardo. Está previsto que antes de agosto se tome la decisión.

Fusiles españoles sin los fallos del original alemán

M.G.
El Ejército español asegura que sus fusiles HK-36 no presentan los fallos del original alemán. El Ministerio de Defensa germano ha reconocido que el G-36 tiene un serio problema pues, cuando se calienta, tras haber disparado dos cargadores, su precisión baja al 53%, lo que puede poner en peligro la vida de los soldados. El Ejército alemán tiene 176.000 fusiles, frente a 70.000 del español.
Cuando salieron a la luz los problemas en Alemania, el jefe del Ejército de Tierra, Jaime Domínguez-Buj, ordenó un estudio. Según un portavoz del Ejército, todos los HK-36 “pasan una prueba de resistencia de materiales y con algunos, elegidos aleatoriamente, se realizan 10.000 disparos”, sin que “hasta la fecha se haya detectado ningún problema”. Además, se han pedido informes a la Legión y otras unidades “sobre posibles desviaciones en régimen de alta cadencia de tiro y altas temperaturas y no se ha recibido ninguna queja”. Los HK-36 españoles incorporan componentes alemanes, pero el cañón se fabrica en A Coruña.

COMIDA MES DE JUNIO

Hermanos Custodios ,
Mañana operación de valientes o mas bien temerarios  pues si no veremos cuantos de Vosotros se aprieta el cocido que nuestra sin par tabernera prepara con tanto cariño y espero .
Espero que estos calores no impidan vuestra asistencia pues allí estaremos brindaremos nos abrazaremos y daremos los vivas correspondientes 

Un abrazo
JEG

Por qué funciona el Califato,muy interesante articulo


 
El Estado Islámico posee unas características que ningún otro grupo armado yihadista ha tenido jamás: pragmatismo y modernidad. En 12 meses, tras extender sus fronteras y consolidar su territorio, es el referente indiscutible de esa ideología


 

Era de esperar que, con motivo del primer aniversario de la creación del Califato, el 29 de junio, sus seguidores cometieran algún acto terrorista. Y el modelo ha sido el mismo de los últimos 12 meses: varios atentados de naturaleza y escala distintas en Occidente y en Oriente. En Europa no es necesario un nuevo 11-S ni una nueva masacre de Atocha, basta con decapitar a un hombre en Lyon, “en nombre del Estado Islámico”, para causar el pánico entre la población. En Túnez funcionan mejor las matanzas de turistas, mientras que en Kuwait, Yemen y Arabia Saudí, la modalidad escogida es la de las bombas en mezquitas chiíes.

El motor detrás de todos estos atentados son las palabras dirigidas por el Califa hace un año a la población suní mundial: “Este es vuestro Estado, venid a construirlo y, si no, haced todo lo que podáis, estéis donde estéis, para apoyarlo”. Desde entonces resuenan en todo el mundo y hacen crecer el número de adeptos. Muchos han viajado al Estado Islámico para combatir al enemigo, y el mayor contingente procede paradójicamente de Túnez, el único país en el que la primavera árabe ha triunfado. Pero también en Arabia Saudí, Yemen y Kuwait aumenta el número de jóvenes que desean incorporarse al EI, y de ahí los frecuentes ataques contra los chiíes en esos países.

A un año de su nacimiento, la capacidad de seducción del Estado Islámico es mayor que nunca. Un hecho preocupante que nos obliga a reflexionar sobre el porqué de sus éxitos.

Con unas fronteras flexibles, capaz de captar reclutas en el ciberespacio, interceptar comunicaciones por satélites y modificar nuevas armas, el Califato se parece más a Star Trek que al Afganistán del Mulá Omar y Osama bin Laden.

El Estado Islámico posee unas características que ningún otro gupo armado yihadista ha tenido jamás: pragmatismo y modernidad. El Califato sabe explotar los puntos débiles y los fuertes del enemigo. Una táctica napoleónica que, en 12 meses, le ha permitido extender sus fronteras, consolidar el territorio y convertirse en el icono indiscutible del movimiento yihadista mundial.

Sus generales proceden del Ejército y de los servicios de inteligencia de Sadam Husein

La dirección del EI conoce muy bien al enemigo, porque pelea contra él desde 2003. Los generales del Califato proceden del Ejército y de los servicios de inteligencia de Sadam Husein. Muchos fueron adiestrados por los occidentales al inicio de su carrera, durante la guerra entre Irak e Irán. Todos se quedaron sin trabajo tras la conquista de Bagdad, cuando Paul Brenner, el virrey del nuevo Estado, despidió en bloque al Ejército y la policía. Aquel fue el primer error. Aunque el Pentágono había sugerido solo una depuración, los aliados chiíes convencieron al vicepresidente norteamericano Dick Cheney de que echara a todos. En el vacío creado, Maliki, primer ministro hasta 2014, transformó el Ejército iraquí en un batiburrillo de milicias chiíes, y Al Zarqaui, el líder supremo de los yihadistas, se quedó con los mejores estrategas de Sadam Husein. Como consecuencia, en poco más de 10 años, la situación se ha ido al traste, el Califato combate con un ejército muy preparado, e Irak está en manos de bandas armadas de chiíes exaltados.

Jack Keane, uno de los artífices del refuerzo de tropas estadounidenses de 2007, está de acuerdo con este análisis. Coinciden también los norteamericanos que se encargaron de formar mandos y entrenar a los soldados en el uso de las armas más modernas. Muchos llevan años diciendo que el nuevo Ejército iraquí ha vendido en el mercado negro gran parte del arsenal bélico proporcionado por Washington. Se calcula que el coste para el contribuyente estadounidense ha sido de 42.000 millones de dólares, un dinero decididamente mal gastado.

El segundo error es pensar que los drones y la moderna tecnología de reconocimiento proporcionados por Estados Unidos bastan para que un ejército de incompetentes y corruptos pueda ganar la guerra. La conquista de Ramadi, a las puertas de Bagdad, lo confirma. Después de imponer el silencio en las redes sociales durante semanas, el EI tomó la ciudad por sorpresa durante una tormenta de arena que cegó a drones y satélites. Una oleada de atentados con bombas en carros de combate abrió un agujero en las defensas iraquíes y permitió a los yihadistas izar sobre los tejados la primera bandera blanca y negra. Los soldados iraquíes salieron corriendo, igual que el verano pasado en Mosul, y abandonaron uniformes y armas sobre el terreno.

En Palmira han garantizado agua y electricidad, y también hospitales y escuelas

Otra equivocación es pensar que la población del Califato no le da su apoyo porque se siente conquistada y oprimida por el enésimo poder dictatorial. En Palmira, una ciudad cuya riqueza está en las ruinas grecorromanas, las autoridades del Califato, después de ejecutar en público a los leales a El Asad, se han dedicado a garantizar las infraestructuras básicas —agua, electricidad—, pero también hospitales y escuelas, y han permitido a los comerciantes que vayan a Raqaa a abastecerse.

En los grandes centros conquistados en el último año, como Mosul, el Estado Islámico busca el favor de la población con una política de normalidad cotidiana y muestra una gran flexibilidad ante las exigencias de cada comunidad. En Faluya, en 2014, la bandera del Califato no se izó hasta semanas después, mientras negociaba las condiciones de gestión de la ciudad con los jefes tribales. Esa estrategia está dando frutos tanto dentro del nuevo Estado como en el exterior. Por ejemplo, para reclutar a mujeres musulmanas occidentales, se les ofrece una vida doméstica tranquila y una buena situación social al lado de un héroe yihadista, padre fundador del Califato. Para las que prefieren combatir, existe una brigada armada totalmente femenina, y para las que, como Sham, una médico maliense, desean seguir ejerciendo su profesión, hay ambulatorios y hospitales solo para mujeres.

Tanto en Irak como en Siria, el arma de captación más refinada del Estado Islámico es el aliciente nacionalista en contra de los regímenes dictatoriales chiíes y sus aliados occidentales. Por desgracia, Occidente no ha comprendido todavía que el fundamentalismo religioso ha sufrido una mutación genética. Quienes se dejan seducir por él se introducen de golpe en una experiencia única: la creación de la primera nación-Estado suní, la materialización de la utopía política musulmana. Por eso, para entender la capacidad del EI para atraer a hombres y mujeres en el exterior y obtener el consenso popular en su interior, deberíamos hablar de patriotismo, más que de terrorismo.

Un año después de su creación, el éxito del Califato y los fracasos de la coalición mundial en su contra están ligados a la novedad del fenómeno Estado Islámico, que a los que quieren destruirlo todavía les cuesta comprender.
Loretta